Autor: Julio David Auster
entropear (del sust. entropía, con sufijo verbal frecuentativo); entropeador (del verbo entropear, con sufijo ador, que indica agente).
Dado que la entropía es una medida del desorden de un sistema, entropear significa desordenar todo de manera tal que nada esté en su lugar (en matemáticas existe el concepto de desarreglo, que es cada uno de los elementos de un subconjunto de las permutaciones de un sistema, en el que ningún elemento del conjunto original está en el lugar que se espera). Si se ordena parcialmente algo que está entropeado, lo único que se logra es desentropearlo, nunca ordenarlo .
La acción de entropear no depende de la voluntad. El entropeador es un ser inimputable que, por un designio del hado, descarga naturalmente sus bolsillos, o deja las cosas que tiene en la mano, en el primer lugar vacío que se le ofrece. Vemos así que una tarjeta de crédito aparece en el piso del baño, del lado derecho del inodoro; un iPod sobre el microondas, las llaves del auto en el cajón de la ropa interior, etc. El entropeador recibe la ayuda espontánea y afectuosa (e inútil) de los que los rodean. Véase, si no, el siguiente diálogo entre un entropeador (casi siempre son de sexo masculino) y su esposa:
-Chuchi, te ordené tus cosas.
-¿Qué cosas ordenaste?
-Todo lo tuyo.
-Todo lo mío es imposible. Ordenaste algunas de mis cosas, lo cual no sirve para nada; lo que hiciste es desentropeármelas , porque ahora algunas cosas están en su lugar y muchas otras más no lo están. Por eso, haceme un favor: dejame con mi caos, que basta que yo lo entienda.
-Chuchi, sos un desagradecido.
Con lo dicho hasta aquí, parecería que es un karma que hay que soportar. Pero el entropeador, en general, es una persona sumamente culta, que tiene como única dificultad el no poder manejarse con el mundo de las cosas materiales. Además, por su cualidad singular puede ser una persona particularmente útil, porque es como si hubiera nacido con la función random incorporada. Para los que no están avezados en el cálculo de probabilidades: estas personas son muy recomendables para repartir cartas en cualquier juego de azar, porque son capaces de desordenarlas al máximo. También son capaces de protagonizar un sorteo sin necesidad de bolillero. Basta decirles previamente cuáles son los números vendidos de la rifa y automáticamente son capaces de cantarlos en perfecto desorden y evitando que aparezcan números que no hayan sido vendidos.
-¿Qué cosas ordenaste?
-Todo lo tuyo.
-Todo lo mío es imposible. Ordenaste algunas de mis cosas, lo cual no sirve para nada; lo que hiciste es desentropeármelas , porque ahora algunas cosas están en su lugar y muchas otras más no lo están. Por eso, haceme un favor: dejame con mi caos, que basta que yo lo entienda.
-Chuchi, sos un desagradecido.
Con lo dicho hasta aquí, parecería que es un karma que hay que soportar. Pero el entropeador, en general, es una persona sumamente culta, que tiene como única dificultad el no poder manejarse con el mundo de las cosas materiales. Además, por su cualidad singular puede ser una persona particularmente útil, porque es como si hubiera nacido con la función random incorporada. Para los que no están avezados en el cálculo de probabilidades: estas personas son muy recomendables para repartir cartas en cualquier juego de azar, porque son capaces de desordenarlas al máximo. También son capaces de protagonizar un sorteo sin necesidad de bolillero. Basta decirles previamente cuáles son los números vendidos de la rifa y automáticamente son capaces de cantarlos en perfecto desorden y evitando que aparezcan números que no hayan sido vendidos.
3 comentarios:
muy buena
Es muy bueno, pero no me queda claro si el texto es la definición de la palabra o el alegato de la defensa.
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