(Conjunción de los vocablos taladro y ladrar.)
Clamar insistentemente y a los gritos.
El talaladro (consecuencia psíquica de la acción de talaladrar) es un efecto
desagradable de la voz de mando, de los reclamos y las discusiones reiteradas de pareja, o del
tono, volumen, monotonía y contenido de las órdenes que emiten los jefes a sus empleados.
Sinónimo del cordobismo “comer la cabeza"
(Gracias Marcelo Aceituno)
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