(Verbo intr. De Golem y polemizar)
Crear un muñeco para discutir con él.
Si estamos en casa, podemos juntar varias almohadas, ponerles peluca y sombrero, sentarlas alrededor de la mesa y compartir un almuerzo. En algún momento, debemos comenzar una acalorada disputa verbal con uno de los muñecos. La disputa deberá pasar a mayores, y el muñeco será destruido en señal de desacuerdo. Para golemizar no es necesario sufrir alucinaciones ni escuchar voces: basta con fingir que los muñecos son seres que escuchan y que responden aunque -obviamente- se sepa que tanto la pregunta como la respuesta provienen de uno mismo. En casos no demasiado patológicos, se trata de un ejercicio que combina el deseo de discutir con la necesidad de estar solo.
No sólo con almohadas se puede golemizar: el golem puede ser hecho de frutas, de maderitas, de tinta sobre un papel, de nieve, de arena o, como en la película El Náufrago, con una pelota de vóley marca Wilson.
El muñeco debe tener al menos un par de rasgos humanos -una cabeza, cierta comisura de los labios, tal vez cabello. En otras palabras: debe contener cierta forma necesaria para insuflar el espíritu golémico, pues es esencial que cuando hablamos con él podamos creer, aunque sea lejanamente, que estamos frente a un hombre.
Los niños incluyen a la golemización entre sus juegos frecuentes.
En este sitio verán una macabra golemización de bajo presupuesto protagonizada por El Tío y El Sobrino.
2 comentarios:
¿El solipsismo es la creencia en un universo golémico?
teno miedo...
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