(Sust. femenino. Del latín daemonius = ángel rebelado)
Ambos términos se refieren a la llama de los calefones y calefactores, sólo que en momentos diferentes:
Dimonilla = Llama del calefón y de los calefactores cuando están en piloto.
Dimoniábulo = Llama múltiple de calefones y calefactores que se activa al abrir la canilla de agua caliente o al subir la temperatura.
La dimonilla es solitaria e inocente; el dimoniábulo es una pandilla pendenciera y estruendosa. En ambos términos, la terminación "illa" y "ulo" indica un diminutivo. Si bien las llamas permanentes que poseemos en nuestras casas son -según estos términos- manifestaciones infernales, éstas son lo suficientemente pequeñas como para quedar atrapadas dentro del estricto ecosistema de chapa, vidrio y propano. Calefón, calefactor y estufa son una versión doméstica y controlada del infierno.
Las llamas de los quemadores de la estufa (o cocina) y el horno, son dimoniábulos.
1 comentario:
¡Estas palabras bien merecen un comentario! El problema, ¡ay!, es que no soy yo quien sea capaz de redactarlo. ¿Nadie va a aportar nada? Vamos muchachos, pónganse las pilas.
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