miércoles, 3 de noviembre de 2010

Microarquía

(Sustantivo. Del griego mykrós = pequeño y arché = poder. Adjetivo: microarca)

Poder insignificante que se ejerce con enorme arbitrariedad.

El microarca tiene por un instante (y por casualidad) algo bajo su control. Sin embargo aprovecha ese momento de mínimas posibilidades para desplegar toda la fuerza de su autoridad. Durante su brevísimo e invisible reinado se arroga una porción de los destinos humanos, y por ello no duda en actuar de acuerdo a su fugaz capricho, sin reparar en consecuencias ni razones.
Al microarca se le encarga cuidar los baños de un bar por una noche. Durante esa noche, será no sólo un celoso guardián de la limpieza y el orden; también se arrogará el derecho a decidir quién entra, quién no entra, quién se lava la cara, quién usa papel higiénico y quién puede usar el inodoro. No dudará en insultar y golpear a los que no respetan su ocasional investidura, y tampoco se negará a exigir propinas o tributos por su servicio.
El microarca más peligroso es el que tiene personas a su cargo. Cuando un microarca queda ocupando el puesto de jefe por unas horas (porque el jefe verdadero tuvo que ir a una reunión, por ejemplo), el personal deberá someterse a un régimen aun más despótico, arbitrario y perverso que el que solía reinar con el auténtico patrón.

En la historia argentina, el microarca reciente más conocido es el vicepresidente Julio Cobos, quien ejerce su poder de voto en el Congreso de manera opuesta a las intenciones del poder ejecutivo del que forma parte. Dado que su voto sólo se exige en casos de desempate, las ocasiones en que tiene la posibilidad de ejercer ese poder son muy pocas, pero durante las dos veces en que lo tuvo, lo aprovechó para mostrar cómo se puede ser opositor en los pequeños resquicios de acción efectiva que le deja su rol de vicepresidente.

4 comentarios:

José Pepe Parrot dijo...

El caso de Pinky fue peor: fue microarca pero por muy poco tiempo.
Y ahí tenemos a el juez subrogante que suspendió la aplicación de la ley de medios.
Y si me apura, al camarista federal que se afanó un expediente en Mendoza para frenar el juicio contra Otilio Romano.
Todos microarcas.

Eva dijo...

Actualmente tenemos un microarca de director en una de las escuelas en las que trabajo. La directora se tomó licencia y por irregularidades varias entro este tipo que ni siquiera rindió concurso para director, simplemente es profesor de la escuela. Es increíble, se cree no sólo el director, sino el DUEÑO de la escuela...

PJPF dijo...

Hola,

ante todo, deseo felicitarte por tu blog. Una compañera del club me lo recomendó.

De niño tuve un momento de microarquía justamente en el baño del colegio: tenía 7 años y debíamos cambiarnos la ropa después de un acto escolar, por haber sido tan chico mi madre me había dicho que no dejara que entrara gente al baño mientras nos estuviéramos cambiando la ropa mis compañeros y yo; sentí que era mi responsabilidad cuidar la seguridad de mis compañeros por lo tanto me quedé vigilante al lado de la puerta. Como tardábamos en salir, un chico de cuarto grado quizo entrar y apenas abrió la puerta, lo recibí con un puñetazo en la panza. Está demás decir que tuve dar explicaciones de por qué había agredido físicamente a un compañero que sólo quería entrar al baño, lo hice y con mucho orgullo como buen microarca que me consideré.

Saludos.

made atom dijo...

Típico caso, un ayudante técnico de cualquier deporte que cuando no puede dirigir el DT o tiene que cubrir un interinato, aún a sabiendas de que es un interinato, rearma todo el equipo, cuelga jugadores, promueve otros, cambia esquemas...por uno o dos días.