(Sustantivo femenino. Del latín laetitia = alegría y amaritudo = sabor amargo)
Exaltada alegría con un dejo de preocupación.
El lenguaje de las emociones es escaso y escurridizo. Las sensaciones agridulces definirían, en su amplio espectro, algo que con este término pretende definirse puntualmente. La letámara, sin llegar a ser agria, sí tiene un tinte ligeramente amargo. Es una alegría incontenible que se expresa en risas y cantos, pero que por lo bajo, en la cercana periferia de lo consciente, esconde un temor, un dolor, una inquietud o una pérdida.
Disfrutar de un pleno día de campo con la familia, pero estar preocupado por si entrarán a robar en la casa que ha quedado sola es un ejemplo de letámara. En cambio, si la preocupación opaca el disfrute, ya no estamos hablando de la misma emoción.
Las personas neuróticas nunca pueden tener una felicidad completa; lo máximo a lo que pueden aspirar es a infrecuentes letámaras. El resto del tiempo vivirán obliteradas por sus a veces ridículas preocupaciones.
Términos relacionados: leticismo, modulancia.
Definiciones y términos que no figuran en el diccionario ("Exonario" no figura en el diccionario, pero sí figura en Exonario)
jueves, 30 de septiembre de 2010
miércoles, 29 de septiembre de 2010
Emboticar (se)
(Verbo. De botica o botiquín)
Incorporar en la casa, en los bolsillos, en las carteras y en los cajones del escritorio una creciente cantidad de medicamentos.
El médico receta calmantes, antibióticos, analgésicos, desinflamantes, antipiréticos, somníferos, descongestivos y placebos. Cada caja ocupa un lugar en el botiquín, y lo sigue ocupando mucho tiempo después de que haya finalizado el tratamiento. Ante una nueva enfermedad, el botiquín debe hacer lugar a nuevos medicamentos hasta que, finalmente, se necesita de un nuevo cajón o un nuevo estante para contenerlos.
A veces el remedio viaja en los bolsillos de la persona: pastillas para el mareo, para el dolor de cabeza, para la acidez. El paso de los años y el temor nos lleva a cargarnos de más frascos y ya no hay un único bolsillo para medicinas; ahora en dos o tres de ellos separamos la pastilla de las cuatro de la tarde, la pastilla de la presión y el aerosol contra el asma. Los artículos de cosmética compiten cada vez más en desigual lucha contra los comprimidos y píldoras dentro de la cartera de una dama.
Con los medicamentos se observa un principio de acumulación creciente. La cantidad de frascos y ampollas siempre va en aumento y jamás disminuye. Hasta el último día de nuestra vida, el destino es emboticarnos.
El término se usa con pronombre reflexivo cuando los medicamentos son transportados por una persona en su cartera, su bolso o bolsillos: "Juan lleva aspirinas a todas partes; vive emboticándose".
Incorporar en la casa, en los bolsillos, en las carteras y en los cajones del escritorio una creciente cantidad de medicamentos.
El médico receta calmantes, antibióticos, analgésicos, desinflamantes, antipiréticos, somníferos, descongestivos y placebos. Cada caja ocupa un lugar en el botiquín, y lo sigue ocupando mucho tiempo después de que haya finalizado el tratamiento. Ante una nueva enfermedad, el botiquín debe hacer lugar a nuevos medicamentos hasta que, finalmente, se necesita de un nuevo cajón o un nuevo estante para contenerlos.
A veces el remedio viaja en los bolsillos de la persona: pastillas para el mareo, para el dolor de cabeza, para la acidez. El paso de los años y el temor nos lleva a cargarnos de más frascos y ya no hay un único bolsillo para medicinas; ahora en dos o tres de ellos separamos la pastilla de las cuatro de la tarde, la pastilla de la presión y el aerosol contra el asma. Los artículos de cosmética compiten cada vez más en desigual lucha contra los comprimidos y píldoras dentro de la cartera de una dama.
Con los medicamentos se observa un principio de acumulación creciente. La cantidad de frascos y ampollas siempre va en aumento y jamás disminuye. Hasta el último día de nuestra vida, el destino es emboticarnos.
El término se usa con pronombre reflexivo cuando los medicamentos son transportados por una persona en su cartera, su bolso o bolsillos: "Juan lleva aspirinas a todas partes; vive emboticándose".
martes, 28 de septiembre de 2010
Exconder
(Verbo transitivo. De ex y esconder. Sustantivo: excondite)
1. Dejar de esconder algo que debería estar escondido.
Un objeto debe permanecer escondido sólo el tiempo suficiente como para cerciorarse de que nadie lo busque. El chocolate robado puede permanecer uno o dos días escondido. La joya robada, un lustro. Cuando pasa el tiempo de la posible sospecha, un objeto puede desocultarse y ostentarse casi sin problemas. Sin embargo, si se exhibe el chocolate o la joya antes de que pase ese tiempo prudencial, se los está excondiendo. Cuando se exconde, se corre el riesgo de que los perjudicados reclamen lo que reconocen como propio, pero precisamente esa exposición obscena del objeto puede provocar la duda: ¿Carlitos se está comiendo con descaro el alfajor que acaba de desaparecer de mi bolso? ¿Podría ser que la prima haya robado el anillo de diamantes de la abuela, y lo esté exhibiendo impunemente en su anular izquierdo? ¿O será que estamos sospechando sin fundamentos?
2. Revelar un secreto familiar cuya exposición ya no puede causar problemas.
Si le contamos a papá que hace veinte años, una noche, le robamos el auto para ir a bailar, ya no debemos temer un castigo. Él tal vez se enoje, pero su ira estará desprovista de las temibles consecuencias que hubiéramos esperado hace veinte años.
Muchas personas, cuando están por morir, eligen exconder sucesos de su pasado porque saben que ya no pueden herir. A veces, desde luego, es difícil decidir cuándo se exconde y cuándo se está contando una anécdota que todavía puede provocar auténtica polémica. La confesión de engaños amorosos y de falsa paternidad nunca son parte de la acción de exconder. En cambio, que la tía Graciela usaba peluca o que el finado abuelo Hernán mantenía relaciones zoofílicas con su (también finada) gata sí son parte del excondite.
1. Dejar de esconder algo que debería estar escondido.
Un objeto debe permanecer escondido sólo el tiempo suficiente como para cerciorarse de que nadie lo busque. El chocolate robado puede permanecer uno o dos días escondido. La joya robada, un lustro. Cuando pasa el tiempo de la posible sospecha, un objeto puede desocultarse y ostentarse casi sin problemas. Sin embargo, si se exhibe el chocolate o la joya antes de que pase ese tiempo prudencial, se los está excondiendo. Cuando se exconde, se corre el riesgo de que los perjudicados reclamen lo que reconocen como propio, pero precisamente esa exposición obscena del objeto puede provocar la duda: ¿Carlitos se está comiendo con descaro el alfajor que acaba de desaparecer de mi bolso? ¿Podría ser que la prima haya robado el anillo de diamantes de la abuela, y lo esté exhibiendo impunemente en su anular izquierdo? ¿O será que estamos sospechando sin fundamentos?
2. Revelar un secreto familiar cuya exposición ya no puede causar problemas.
Si le contamos a papá que hace veinte años, una noche, le robamos el auto para ir a bailar, ya no debemos temer un castigo. Él tal vez se enoje, pero su ira estará desprovista de las temibles consecuencias que hubiéramos esperado hace veinte años.
Muchas personas, cuando están por morir, eligen exconder sucesos de su pasado porque saben que ya no pueden herir. A veces, desde luego, es difícil decidir cuándo se exconde y cuándo se está contando una anécdota que todavía puede provocar auténtica polémica. La confesión de engaños amorosos y de falsa paternidad nunca son parte de la acción de exconder. En cambio, que la tía Graciela usaba peluca o que el finado abuelo Hernán mantenía relaciones zoofílicas con su (también finada) gata sí son parte del excondite.
viernes, 24 de septiembre de 2010
Psicómero
(Sustantivo y adjetivo. Del griego psyché = alma, espíritu y méras = parte)
Demonio que toma posesión de un órgano o un miembro del cuerpo.
Es común pensar que un espíritu posee todo el cuerpo de una persona, sea lo que sea que ello signifique. Sin embargo, los psicómeros sólo ejercen su tiranía sobre un brazo, un dedo, el hígado, un pulmón, la lengua o una única célula. Su poder de micróteo puede ser, sin embargo, devastador. Un corazón poseído por un psicómero puede negarse a bombear sangre, y con ello lleva a la muerte al resto del cuerpo. Un intestino endemoniado quizás elabore profusas e incontrolables cantidades de heces, o tal vez intente escaparse del cuerpo a través del ano. Una pierna energúmena patearía y caminaría sin la voluntad del "dueño" original del cuerpo, y un pene endemoniado posiblemente llevaría a vergonzosas consecuencias.
Resulta difícil decidir si un órgano funciona mal porque está enfermo, o porque está poseído. Sin embargo, es conveniente investigar y decidir en cada caso si la solución puede darla un médico o un exorcista. Extirpar un pulmón endemoniado es un error gravísimo, porque el pulmón en sí funciona bien; sólo que está intervenido por malignas fuerzas foráneas. En cambio, hacer un exorcismo cuando se necesita una operación puede ser igualmente fatal e inconducente. Cuando no es posible decidir por uno u otro caso, es conveniente realizar un exorcismo en primer lugar y, si los síntomas persisten, acudir a la ciencia médica. Por lo general, los exorcismos no suelen ser invasivos, mientras que las drásticas soluciones de los médicos a veces generan resultados irreversibles.
Quizás las enfermedades son producto de piscómeros que sabotean el sistemático plan de la naturaleza y la evolución.
Términos relacionados: autonergucia, psicrótico, demócino.
Demonio que toma posesión de un órgano o un miembro del cuerpo.
Es común pensar que un espíritu posee todo el cuerpo de una persona, sea lo que sea que ello signifique. Sin embargo, los psicómeros sólo ejercen su tiranía sobre un brazo, un dedo, el hígado, un pulmón, la lengua o una única célula. Su poder de micróteo puede ser, sin embargo, devastador. Un corazón poseído por un psicómero puede negarse a bombear sangre, y con ello lleva a la muerte al resto del cuerpo. Un intestino endemoniado quizás elabore profusas e incontrolables cantidades de heces, o tal vez intente escaparse del cuerpo a través del ano. Una pierna energúmena patearía y caminaría sin la voluntad del "dueño" original del cuerpo, y un pene endemoniado posiblemente llevaría a vergonzosas consecuencias.
Resulta difícil decidir si un órgano funciona mal porque está enfermo, o porque está poseído. Sin embargo, es conveniente investigar y decidir en cada caso si la solución puede darla un médico o un exorcista. Extirpar un pulmón endemoniado es un error gravísimo, porque el pulmón en sí funciona bien; sólo que está intervenido por malignas fuerzas foráneas. En cambio, hacer un exorcismo cuando se necesita una operación puede ser igualmente fatal e inconducente. Cuando no es posible decidir por uno u otro caso, es conveniente realizar un exorcismo en primer lugar y, si los síntomas persisten, acudir a la ciencia médica. Por lo general, los exorcismos no suelen ser invasivos, mientras que las drásticas soluciones de los médicos a veces generan resultados irreversibles.
Quizás las enfermedades son producto de piscómeros que sabotean el sistemático plan de la naturaleza y la evolución.
Términos relacionados: autonergucia, psicrótico, demócino.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
Envenescer
(Verbo. Del latín venustus = bello y senesco = envejecer. Sustantivo: envenescimiento)
Volverse más atractivo a medida que se madura.
Algunos representantes del género masculino suelen declararse envenescidos. Muchos hombres sienten que su éxito con las mujeres aumenta a medida que llegan y sobrepasan la edad media de su vida. Algunos quienes durante su adolescencia y juventud fueron desgarbados, lampiños, tímidos, y mal vestidos se convierten en adultos de apariencia intelectual y paternalista; portan barba, visten con cierto estilo y usan perfumes. Además, dejan de ser introvertidos porque, gracias al encuarentonamiento, desarrollan enormes capacidades para sociabilizar y dialogar. Los envenescidos se sorprenden de ese notable contraste entre los fracasos de su juventud y este inesperado y no buscado éxito, producto de ciertos cambios de actitud y -en algunos casos- de posición económica y de poder. Cuando tenían veinte años se miraban al espejo y sólo veían a un hombre horrible. A los cuarenta y pico, o sesenta, en cambio, se sienten a gusto con su apariencia.
Hemos ejemplificado el caso de varones, aunque entre las mujeres también puede ocurrir el envenescimiento. De todos modos, quienes suelen sentirse envenescidos (al menos desde su relato) suelen ser, en mayor medida, representantes del sexo masculino.
Volverse más atractivo a medida que se madura.
Algunos representantes del género masculino suelen declararse envenescidos. Muchos hombres sienten que su éxito con las mujeres aumenta a medida que llegan y sobrepasan la edad media de su vida. Algunos quienes durante su adolescencia y juventud fueron desgarbados, lampiños, tímidos, y mal vestidos se convierten en adultos de apariencia intelectual y paternalista; portan barba, visten con cierto estilo y usan perfumes. Además, dejan de ser introvertidos porque, gracias al encuarentonamiento, desarrollan enormes capacidades para sociabilizar y dialogar. Los envenescidos se sorprenden de ese notable contraste entre los fracasos de su juventud y este inesperado y no buscado éxito, producto de ciertos cambios de actitud y -en algunos casos- de posición económica y de poder. Cuando tenían veinte años se miraban al espejo y sólo veían a un hombre horrible. A los cuarenta y pico, o sesenta, en cambio, se sienten a gusto con su apariencia.
Hemos ejemplificado el caso de varones, aunque entre las mujeres también puede ocurrir el envenescimiento. De todos modos, quienes suelen sentirse envenescidos (al menos desde su relato) suelen ser, en mayor medida, representantes del sexo masculino.
martes, 21 de septiembre de 2010
Publilegio
(Sustantivo. Del latín publicus = público y lex = ley)
Mientras un privilegio es, etimológicamente, una "ley privada", una exención o ventaja especial concedida a unos pocos, el publilegio consiste en una carga pública inesperada, compulsiva e indeseada.
Un conocido publilegio es ser nombrado autoridad de mesa durante un acto eleccionario. Otro es la participación como testigo de una requisa o de un delito. Otro, la obligación de ser veedor en un concurso público.
Mientras un privilegio es, etimológicamente, una "ley privada", una exención o ventaja especial concedida a unos pocos, el publilegio consiste en una carga pública inesperada, compulsiva e indeseada.
Un conocido publilegio es ser nombrado autoridad de mesa durante un acto eleccionario. Otro es la participación como testigo de una requisa o de un delito. Otro, la obligación de ser veedor en un concurso público.
lunes, 20 de septiembre de 2010
Agnosomio
(Sustantivo. Del latín a = negación; gnosis = conocimiento y somnus = sueño)
Capacidad de quedarse dormido sin darse cuenta.
Muchas personas requieren de incontables preparativos para dormirse, y el sueño llega (cuando llega) sólo después de un concienzudo ritual que combina la ambientación y ropa de cama adecuadas, ciertas condiciones de luz u oscuridad y un estado moderado de cansancio. Otras personas, en cambio, pueden dormirse en cualquier lugar, sin importar la posición del cuerpo ni la situación y muchas veces sin siquiera ser conscientes del cansancio.
Dormirse durante la proyección de una película y despertarse cerca del final creyendo que se la vio completa es un ejemplo de agnosomnio.
Capacidad de quedarse dormido sin darse cuenta.
Muchas personas requieren de incontables preparativos para dormirse, y el sueño llega (cuando llega) sólo después de un concienzudo ritual que combina la ambientación y ropa de cama adecuadas, ciertas condiciones de luz u oscuridad y un estado moderado de cansancio. Otras personas, en cambio, pueden dormirse en cualquier lugar, sin importar la posición del cuerpo ni la situación y muchas veces sin siquiera ser conscientes del cansancio.
Dormirse durante la proyección de una película y despertarse cerca del final creyendo que se la vio completa es un ejemplo de agnosomnio.
jueves, 16 de septiembre de 2010
Natiobrar
(Verbo intransitivo. Del latín natis = nalga y opus = trabajo. Sustantivo: natiobra)
Realizar un trabajo con las nalgas.
Esta palabra está formada por semejanza morfológica con el término 'maniobrar', cuyo significado etimológico es "obrar con las manos".
Una natiobra no debe ser entendida literalmente: cuando se dice que alguien natiobra se está diciendo que, en realidad, ha maniobrado tan mal que su acción parece producto de su trasero. Dado que por definición el ano sólo produce heces, una natiobra jamás puede hacer referencia a un producto bien hecho.
Realizar un trabajo con las nalgas.
Esta palabra está formada por semejanza morfológica con el término 'maniobrar', cuyo significado etimológico es "obrar con las manos".
Una natiobra no debe ser entendida literalmente: cuando se dice que alguien natiobra se está diciendo que, en realidad, ha maniobrado tan mal que su acción parece producto de su trasero. Dado que por definición el ano sólo produce heces, una natiobra jamás puede hacer referencia a un producto bien hecho.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Vichenzópelo
(Adjetivo. De Vicente López, por Vicente López y Planes)
1. Voz insultante para referirse a quien pretende pasar a la historia con acciones menores e intrascendentes.
Usos: "Carlitos se cree que por haber tocado el bajo en el acto de la independencia en la casa de Tucumán, los manuales de historia van a hablar de él. Al final, es un vichenzópelo cualquiera" ; "El vichenzópelo este se piensa que por lustrarle los zapatos a la presidenta le van a hacer un homenaje"
2. Prócer de segunda línea y de dudosa heroicidad.
Vicente López y Planes es más conocido por ser el autor de la letra del Himno Nacional Argentino. También fue gobernador de Buenos Aires y presidente de Argentina por un brevísimo periodo, aunque el resto de su biografía no suele destacarse en las efemérides escolares ni los manuales de estudio. Aun cuando hubiera sido una persona apasionada, de convicciones fuertes y de actitudes heroicas, la historia sólo iluminó su aspecto de compositor del himno. Es difícil decidir si se trata de un prócer de bronce o de un simple personaje histórico; sus hazañas resultan empequeñecidas al lado de un San Martín o un Belgrano. Por eso, cuando a lo largo de una historia épica se conserva un nombre adosado a una acción menor, se puede decir que ese nombre corresponde a un vichenzópelo.
Cuando el vicepresidente Julio Cobos dice "que la historia me juzgue" al votar de manera negativa por la ley de retenciones, quiso subirse a un modesto pedestal de fama patriótica, y, de haberlo logrado, su pequeñísima acción negativa lo convirtió en un vichenzópelo, no en un gran protagonista ni en un magno prócer.
1. Voz insultante para referirse a quien pretende pasar a la historia con acciones menores e intrascendentes.
Usos: "Carlitos se cree que por haber tocado el bajo en el acto de la independencia en la casa de Tucumán, los manuales de historia van a hablar de él. Al final, es un vichenzópelo cualquiera" ; "El vichenzópelo este se piensa que por lustrarle los zapatos a la presidenta le van a hacer un homenaje"
2. Prócer de segunda línea y de dudosa heroicidad.
Vicente López y Planes es más conocido por ser el autor de la letra del Himno Nacional Argentino. También fue gobernador de Buenos Aires y presidente de Argentina por un brevísimo periodo, aunque el resto de su biografía no suele destacarse en las efemérides escolares ni los manuales de estudio. Aun cuando hubiera sido una persona apasionada, de convicciones fuertes y de actitudes heroicas, la historia sólo iluminó su aspecto de compositor del himno. Es difícil decidir si se trata de un prócer de bronce o de un simple personaje histórico; sus hazañas resultan empequeñecidas al lado de un San Martín o un Belgrano. Por eso, cuando a lo largo de una historia épica se conserva un nombre adosado a una acción menor, se puede decir que ese nombre corresponde a un vichenzópelo.
Cuando el vicepresidente Julio Cobos dice "que la historia me juzgue" al votar de manera negativa por la ley de retenciones, quiso subirse a un modesto pedestal de fama patriótica, y, de haberlo logrado, su pequeñísima acción negativa lo convirtió en un vichenzópelo, no en un gran protagonista ni en un magno prócer.
martes, 14 de septiembre de 2010
Sanosórdico
(Adjetivo. Del latín sanna = mueca y surdus = sordo)
Quien gesticula para decirnos algo urgente mientras hablamos por teléfono.
Si llama la tía Estela y nos pregunta por Carlitos, le decimos que Carlitos está en casa, comiendo un matambre al horno con la familia. Carlitos hace una mímica desesperada, implora, ejecuta una ridícula actuación para decirnos algo. No entendemos lo que quiere, y no hay manera de adivinar. Cuando cortamos, Carlitos aclara: "No tenías que decirle a la tía que yo estoy acá. Le dije que estaba descompuesto y que no iba a salir de casa". Carlitos quería avisarnos -cuando ya era tarde- de que no había que dar esa información. Pero no lo escribió en un papel, ni lo dijo de antemano: pensó que una sucesión de morisquetas desenfrenadas e hipos guturales a destiempo podían cumplir la misma finalidad que un discurso claro y oportuno. No sólo eso: Carlitos se siente con derecho a enojarse por nuestra falta de intuición ante sus improvisadas muecas de mal payaso.
Existe una especie de sanosórdico que no tiene la intención de comunicar algo; sus muecas sólo buscan la risa de quien está hablando por teléfono.
El sanosórdico puede hacerse extensivo a otros ámbitos, además del telefónico. Un locutor de radio o un conductor de televisión a veces deben enfrentar a su sanosórdico operador, quien le desea comunicar con gestos sordos que la noticia que está dando es errónea.
Quien gesticula para decirnos algo urgente mientras hablamos por teléfono.
Si llama la tía Estela y nos pregunta por Carlitos, le decimos que Carlitos está en casa, comiendo un matambre al horno con la familia. Carlitos hace una mímica desesperada, implora, ejecuta una ridícula actuación para decirnos algo. No entendemos lo que quiere, y no hay manera de adivinar. Cuando cortamos, Carlitos aclara: "No tenías que decirle a la tía que yo estoy acá. Le dije que estaba descompuesto y que no iba a salir de casa". Carlitos quería avisarnos -cuando ya era tarde- de que no había que dar esa información. Pero no lo escribió en un papel, ni lo dijo de antemano: pensó que una sucesión de morisquetas desenfrenadas e hipos guturales a destiempo podían cumplir la misma finalidad que un discurso claro y oportuno. No sólo eso: Carlitos se siente con derecho a enojarse por nuestra falta de intuición ante sus improvisadas muecas de mal payaso.
Existe una especie de sanosórdico que no tiene la intención de comunicar algo; sus muecas sólo buscan la risa de quien está hablando por teléfono.
El sanosórdico puede hacerse extensivo a otros ámbitos, además del telefónico. Un locutor de radio o un conductor de televisión a veces deben enfrentar a su sanosórdico operador, quien le desea comunicar con gestos sordos que la noticia que está dando es errónea.
lunes, 13 de septiembre de 2010
Incequinar
(Verbo. Del latín caecus = ciego)
Actuar como ciego.
En los primeros momentos de un corte de luz, tanteamos la mesa y los cajones como zombis tambaleantes hasta encontrar una linterna, una caja de fósforos, un encendedor o un teléfono celular. Esos casi desesperados movimientos a oscuras se parecen a una repentina ceguera, pero difieren de ella por su objetivo: el ciego sabe que ningún artefacto le devolverá la luz. En cambio, el que incequina está seguro de que unos pocos y torpes ensayos a oscuras reinstaurarán su facultad de ver y de moverse con espontaneidad, si es que logra encontrar algún objeto que ilumine.
Estar ciego es una condición del sujeto; estar incequinado implica la ausencia de luz, pero no una merma en las condiciones subjetivas. Por eso, cuando uno camina en la noche oscura y no ve, no está ciego: está incequinado.
Actuar como ciego.
En los primeros momentos de un corte de luz, tanteamos la mesa y los cajones como zombis tambaleantes hasta encontrar una linterna, una caja de fósforos, un encendedor o un teléfono celular. Esos casi desesperados movimientos a oscuras se parecen a una repentina ceguera, pero difieren de ella por su objetivo: el ciego sabe que ningún artefacto le devolverá la luz. En cambio, el que incequina está seguro de que unos pocos y torpes ensayos a oscuras reinstaurarán su facultad de ver y de moverse con espontaneidad, si es que logra encontrar algún objeto que ilumine.
Estar ciego es una condición del sujeto; estar incequinado implica la ausencia de luz, pero no una merma en las condiciones subjetivas. Por eso, cuando uno camina en la noche oscura y no ve, no está ciego: está incequinado.
martes, 7 de septiembre de 2010
Pequeño descanso.
Por ocupaciones personales, este blog cierra hasta el lunes que viene.
Muchas gracias por pasar.
Muchas gracias por pasar.
lunes, 6 de septiembre de 2010
Nooma
(Sustantivo. Del griego nóesis = captación intelectual y -oma = tumor)
Enfermedad, malestar o tumor provocado por pensar.
A veces, se puede sentir un leve dolor de cabeza después de llevar a cabo un moderado trabajo intelectual. Si suponemos que la propia actividad de pensamiento provoca algún tipo de dolor, diremos que esa consecuencia física negativa es un nooma.
Puede pensarse que cuanto más trabajosa, frenética y angustiante sea la actividad intelectual, tanto mayor será el dolor provocado. Una noche de intensas elucubraciones quizás provoque fuertes dolores en la cabeza, mareos y náuseas, pero un mes o un año seguidos de incontenibles inferencias y razonamientos enloquecidos tal vez produzcan tumores o ataques cardíacos.
Cabría sospechar que cuanto más letal sea el nooma, más cerca se habrá estado de pensar una verdad absoluta: el nooma sería el castigo que los dioses envían a quienes se atreven a deducir el funcionamiento del universo mediante el método de fatigar interminables cadenas de premisas y conclusiones. Por alguna razón, la divinidad no quiere que la deduzcamos. El corolario de esta hipótesis es: nadie podrá jamás pensar una verdad absoluta, pues en el preciso instante en que esa verdad se hiciera presente, aparecería un nooma letal y fulminante que aniquilaría al pensador.
(Nota: el término "nooma" es el título de una serie religiosa en inglés, pero su etimología, y por lo tanto su significado, son diferentes)
Enfermedad, malestar o tumor provocado por pensar.
A veces, se puede sentir un leve dolor de cabeza después de llevar a cabo un moderado trabajo intelectual. Si suponemos que la propia actividad de pensamiento provoca algún tipo de dolor, diremos que esa consecuencia física negativa es un nooma.
Puede pensarse que cuanto más trabajosa, frenética y angustiante sea la actividad intelectual, tanto mayor será el dolor provocado. Una noche de intensas elucubraciones quizás provoque fuertes dolores en la cabeza, mareos y náuseas, pero un mes o un año seguidos de incontenibles inferencias y razonamientos enloquecidos tal vez produzcan tumores o ataques cardíacos.
Cabría sospechar que cuanto más letal sea el nooma, más cerca se habrá estado de pensar una verdad absoluta: el nooma sería el castigo que los dioses envían a quienes se atreven a deducir el funcionamiento del universo mediante el método de fatigar interminables cadenas de premisas y conclusiones. Por alguna razón, la divinidad no quiere que la deduzcamos. El corolario de esta hipótesis es: nadie podrá jamás pensar una verdad absoluta, pues en el preciso instante en que esa verdad se hiciera presente, aparecería un nooma letal y fulminante que aniquilaría al pensador.
(Nota: el término "nooma" es el título de una serie religiosa en inglés, pero su etimología, y por lo tanto su significado, son diferentes)
viernes, 3 de septiembre de 2010
Oasificar
(Verbo transitivo e intransitivo. De oasis)
Encontrar momentos de tranquilidad en medio del caos.
La sucesión de situaciones que requieren una urgente, continua e ingrata intervención puede provocar cansancio, tristeza y un estado de estrés permanente. Sin embargo, algunas personas tienen la capacidad de hacer breves paréntesis entre el ruido y el vaivén frenético, y regocijarse a pleno con esos fugaces y escasos instantes. No se trata de disfrutar del caos, sino de aislarse de sus efectos. Un empleado de call center puede perder su mirada en el paisaje de la ventana cada vez que cuelga con un cliente malhumorado. Un médico de guardia que trabaja con casos urgentes puede oasificar mirando fútbol en esos breves minutos que median entre la atención a un paciente en condiciones deplorables y otro aun peor. Un soldado puede revisar sus mensajes en el celular mientras espera la orden en la trinchera.
Quien oasifica se inventa a sí mismo una caricia cuando las condiciones del mundo sólo distribuyen golpes.
Encontrar momentos de tranquilidad en medio del caos.
La sucesión de situaciones que requieren una urgente, continua e ingrata intervención puede provocar cansancio, tristeza y un estado de estrés permanente. Sin embargo, algunas personas tienen la capacidad de hacer breves paréntesis entre el ruido y el vaivén frenético, y regocijarse a pleno con esos fugaces y escasos instantes. No se trata de disfrutar del caos, sino de aislarse de sus efectos. Un empleado de call center puede perder su mirada en el paisaje de la ventana cada vez que cuelga con un cliente malhumorado. Un médico de guardia que trabaja con casos urgentes puede oasificar mirando fútbol en esos breves minutos que median entre la atención a un paciente en condiciones deplorables y otro aun peor. Un soldado puede revisar sus mensajes en el celular mientras espera la orden en la trinchera.
Quien oasifica se inventa a sí mismo una caricia cuando las condiciones del mundo sólo distribuyen golpes.
jueves, 2 de septiembre de 2010
Fonámbulo
(Adjetivo. Del griego phonos = sonido y del latín ambulo = deambular)
1. Quien deambula cuando habla.
2. Quien deambula cuando habla por teléfono celular.
En ambos casos, el fonámbulo se mueve de manera errática o circular y no fija la mirada.
(El comentario de Dormidano agrega una gran riqueza semántica a este término:
"Muchas veces el fonámbulo quiere graficar su propia importancia en la cadena productiva dado el uso intensivo del teléfono celular, por eso, aparenta estar enfrascado en la charla pero de vez en cuando echa una mirada subrepticia sobre sus semejantes a los efectos de verificar si lo están mirando o apreciando")
(Aprovecho para recomendar especialmente su impecable y excelente blog, una de mis lecturas de cabecera)
1. Quien deambula cuando habla.
2. Quien deambula cuando habla por teléfono celular.
En ambos casos, el fonámbulo se mueve de manera errática o circular y no fija la mirada.
(El comentario de Dormidano agrega una gran riqueza semántica a este término:
"Muchas veces el fonámbulo quiere graficar su propia importancia en la cadena productiva dado el uso intensivo del teléfono celular, por eso, aparenta estar enfrascado en la charla pero de vez en cuando echa una mirada subrepticia sobre sus semejantes a los efectos de verificar si lo están mirando o apreciando")
(Aprovecho para recomendar especialmente su impecable y excelente blog, una de mis lecturas de cabecera)
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