(Sustantivo. Del latín cupido = pasión, deseo y fruor = disfrutar)
Afición a medio camino entre la pasión y la adicción.
Existen ciertos hobbies, pasatiempos y trabajos de los cuales se dice que quien los practica muy asiduamente es un apasionado. Este es el caso de los hinchas de fútbol, de los seguidores de una serie televisiva, de quienes hacen arreglos en el hogar y de los científicos o artistas que trabajan hasta la extenuación y sin pausa. Sin embargo, aun cuando se se las ejerza durante menor cantidad de tiempo, hay otras actividades a las que de inmediato se las califica de "adicción" si se vuelven frecuentes: el juego, la computadora, la televisión indiscriminada, los mensajes de texto por celular, el habla por teléfono, el chat. También, por supuesto, las drogas, el cigarrillo y el alcohol.
¿Cuál es la línea que separa un hábito apasionado de una adicción? Muchas veces la frontera es apenas un prejuicio. Un hincha de fútbol puede sufrir síndrome de abstinencia si no va el domingo a la cancha, y puede estar deprimido durante dos semanas si su equipo va al descenso. Pero a pesar de estos inequívocos indicios de adicción, se dice que su amor por el club es muy grande. En cambio, si una persona decide fumar un cigarrillo por semana, o juega al póker una vez al mes, o hacer el amor con una nueva mujer cada día, se suele decir que esa periódica necesidad es lisa y llanamente una adicción. Rara vez decimos que alguien es adicto a la cancha y a las matemáticas, o apasionado del cigarrillo, del póker y del sexo poligámico.
Se podría pensar que el adicto no disfruta de su adicción, y el apasionado sí lo hace. Pero esta frontera no es crucial ni concluyente: la pasión es, muchas veces, dolorosa. La adicción, cuando puede ejercerse a las anchas y sin culpa, es verdaderamente apasionante. Ocurre muchas veces que la pasión es adictiva (se ejerce sin control y con dolor, pero se la desea), y la adicción genera un apasionante placer.
De la adicción se sabe que es incontrolable. ¿Es controlable, en cambio, una pasión?
La pasión -se supone- exalta el espíritu y deja al desnudo un costado dramático y a veces trágico de la vida. ¿No sirve al mismo propósito, acaso, una adicción?
La adicción no puede abandonarse. ¿Puede, en cambio, dejarse de lado una pasión?
No hay voluntad en la pasión. ¿La hay, acaso, en la adicción?
La adicción destruye la vida. La pasión también.
La ausencia de pasiones y de adicciones también.
Cuando no podemos decidir si en el fondo hay o no hay adicción, y cuando no sabemos si esa necesidad periódica es de verdad una pasión irrefrenable, podemos decir que se tiene cupifrucción.
¿Es Exonario fruto de la cupifrucción? ¿O sólo es una pasión inútil? ¿O es una leve adicción? ¿O es apenas una afición anodina e inofensiva?
¿Se puede ser adicto a las cupifrucciones? ¿O quien padece de cupifrucción es un apasionado?
3 comentarios:
En mi caso, la lectura es una pasión, el blog una cupifrucción, el facebook una adicción.
La pasión controlada es como el poxirán sin tolueno, la cerveza sin alcohol, una gorda sin tetas ni culo...
Exonario es una cupifrucción para usted, y una sana adicción para nosotros, los que escribimos comentarios, o sea... no?
¿cómo es una gorda sin tetas ni culo?
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