(Sust. del gr. diá = a través; mé = no, y gignosco = conocer)Creencia falaz según la cual el desconocimiento de una cosa implica (o viene implicada por) el desconocimiento de muchas otras.
La definición es un tanto árida.
Vamos a intentar aclararla con algunos ejemplos: un marido, hablando de su mujer, dice: "
Ella es un ama de casa terrible; no sabe ni cocinar un huevo frito". Con esta expresión, el marido machista quiere implicar que su mujer -dado que no puede cocinar un huevo frito- no sabe cocinar otros alimentos, no sabe planchar, no sabe limpiar, no sabe hacer las compras y no sabe cuidar de los hijos. Pero es evidente que, quien no sabe hacer un huevo frito no necesariamente no conoce otras cosas relacionadas con la cocina o con otras tareas domésticas. El marido que tiene esta particular creencia sufre de
diamignosia.
Veamos otro ejemplo.
Un plomero le dice a su cliente: "
No puedo arreglarle el bidet; tiene un problema más complicado y con las herramientas que tengo ahora no hay manera de desarmarlo". El cliente despide al plomero y luego le dice a su vecino: "
Este plomero es un desastre. No sabe ni arreglar un bidet". Aunque el plomero dejó en claro que su impedimento se dio en ese caso particular, el diamignósico cree que, si alguien no pudo sortear un obstáculo una vez, entonces no podrá sortear otros obstáculos más complicados en el futuro.
Como se verá, la diamignosia se caracteriza por la utilización de la partícula conjuntiva negativa "ni": "
Ni un huevo", "
Ni un bidet". Por eso, al afectado de diamignosia se lo suele llamar "
Nista". El nista cree que todos los campos de acción exigen una jerarquía de saberes y que la imposibilidad de hacer algo en una circunstancia determinada, necesariamente inhabilita para hacer otras cosas en otras circunstancias.
Por el contrario, la diamignosia no es falaz y puede aplicarse a la perfección cuando ciertos saberes -sobre todo teóricos- son escalonados. Si un matemático no puede resolver una simple operación aritmética o si un doctor en lingüística desconoce usos básicos del lenguaje, entonces estamos justificados al desconfiar de su competencia en otros saberes más complejos. Sin embargo, aun en estos casos hay que ser cauteloso: un genio en matemáticas puede tener un impedimento con las operaciones sencillas, y un lingüista no necesariamente debe hablar bien. Si bien los impedimentos básicos son indicadores a los que hay que prestar atención, no siempre revelan una auténtica impericia.
Es común que se haga preguntas capciosas para "medir" el nivel de conocimiento de las personas supuestamente eruditas. A un reconocido literato se le puede preguntar quién escribió
El Jardín de los Senderos que se Bifurcan y puede contestar mal. Esa sola pregunta -con esa sola respuesta errónea- no es suficiente para hacer la afirmación nista: "
No sabe ni quién es Borges".
Excepto algunas mentes privilegiadas, todos tenemos falencias básicas aun en aquellos ámbitos en los que nos jactamos de ser expertos.
(Nota: un par de lectores señalan que la partícula negativa "mé", presente en esta palabra, es incorrecta, pues sólo puede anteponerse a un verbo en subjuntivo y parece que "gignósco" no está en subjuntivo. Los lectores proponen cambiar "mé" por "oú", forma más correcta. De todos modos, podemos imaginar que en la etimología primitiva de la palabra, "gignósco" sí estaba en alguna forma de subjuntivo.)