(Sustantivo. Del griego paixnídi = juguete y algéo = dolor)
Acción de extrañar objetos que se tenían durante la infancia.
¿Adónde habrá ido a parar el auto Citroën de duravit que tuve a los ocho años? ¿Qué fue de ese tarro con más de mil bolitas de colores que acumulé con mi hermano? ¿Cuándo decidimos que los RASTI ya no podían seguir ocupando ese lugar en el fondo del placard y los regalamos o quizás los donamos? ¿Qué habrán hecho mis padres con la bicicletita verde importada de Brasil con la cual mi hermano aprendió a andar sin rueditas? Los juguetes más importantes de nuestra vida alguna vez desaparecieron, en esa nebulosa meseta que va desde la pubertad hasta la adolescencia, cuando el niño que jugaba puso a dormir su infancia para convertirse un poco más en lo que somos hoy. Nos aprovechamos del sueño de ese niño para arrebatarle sus juguetes y regalarlos, donarlos, perderlos u olvidarlos en un arenero. Y una noche cualquiera, a veces, nuestra infancia se hace un nudo en la garganta para reclamarnos por ellos. Cada tanto aparece la desolación del niño que fuimos, que se encuentra a sí mismo en un entorno extraño, huérfano y sin su muñeco pinocho.
La penidalgia puede llamarse, también, "síndrome de Citizen Kane".
Aunque etimológicamente se alude a los juguetes, en realidad se puede hacer extensivo a cualquier añoranza de objetos que hayamos poseído en la infancia. Los muebles y la ropa son alcanzables por esta sensación.
El término se forma por semejanza con "nostalgia". La nostalgia es un "viaje al dolor" (nóstos = viaje). La penidalgia tiene, en la raíz de su primer étimo (paixnídi), la palabra "pás", que significa "niño".
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