(Sustantivo. De la expresión "ya era hora". Adjetivo: yaerahorista)
Costumbre de quejarse por que se hace efectivamente lo que se esperaba que se hiciera.
El yaerahorista jamás reconoce los logros ajenos: siempre, según su óptica, llegan demasiado tarde o son defectuosos: "Ya era hora de que el hijo del vecino terminara la carrera de ingeniería"; "Ya era hora de que asfaltaran la calle". Lo curioso es que, en el primer caso, a él no le incumbe en lo más mínimo cuándo se recibe el hijo del vecino y, en el segundo caso, él jamás reclamó que se asfaltara la calle. Quizás es más elocuente el ejemplo del asfalto: el yaerahorista jamás reconocerá que un gobierno pueda hacer cosas útiles o buenas; si las hace, las hace a destiempo o para ganar elecciones. El yaerahorista se complementa con el habraqueverista (de la expresión "habrá que ver"): además de la acusación de demora para asfaltar, el habraqueverista sospecha que el asfalto es de mala calidad ("habrá que ver cuánto dura antes de romperse") o que en la licitación de la obra hubo algún fraude ("habrá que ver cuántos millones nos cuesta esto"). Una vez más, lo curioso es que el habraqueverista (al igual que el yaerahorista) en ningún momento averigua efectivamente cuál es la calidad del asfalto o cuánto dinero se invirtió.
Yaerahorismo y habraqueverismo son dos formas de ambiquestia.
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