(Sustantivo. Del latín paucus = poco y iocus = chanza, juego)
Chiste o broma que tiene escasa o nula posibilidad de ejecutarse.
Quizás a usted se le ocurran relaciones semánticas graciosas e ingeniosos juegos de palabras. Pero jamás puede decirlas en público, porque la oportunidad es casi inexistente. Si tiene un arsenal de chascarrillos para burlarse de títulos nobiliarios, quizás necesite conocer a un duque o un marqués (quienes no abundan) para que su broma pueda dar curso. "Ah, a usted, conde, lo metieron preso por robar toallas de los hoteles. Es un conde - nado". "El barón es bastante afeminado. De barón tiene poco". O quizás haya pergeñado una broma para asustar a su abuela, quien murió hace treinta años. O tal vez tuvo la ingeniosa idea de asociar el apellido de un actor con una conocida marca de vinos, y está esperando a que el actor se vuelva alcohólico para poder usar ese malsonante mote.
En todos estos casos, usted sería un humorista genial (o un humorista a secas) en algún universo paralelo, donde se hicieran realidad las asociaciones que se le ocurren. Pero en este mundo, es alguien que desperdicia su coeficiente en improvisados y escasamente graciosos devaneos.
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