martes, 4 de septiembre de 2012

Antélogo


(Contracción de angetélogo, y esta de angetelótogo. Del griego aggélo = avisar; teleuté = final y lógos = discurso, razón)

Quien avisa que ya no va a seguir participando de un diálogo o debate. 

El antélogo no solo deja de discutir, sino que, además se siente en la obligación de dejar en claro que esas serán sus últimas palabras. "Con esto me retiro", "No digo más", "Esto es lo último que voy a decir" o incluso "Jaque mate" son fórmulas que el antélogo usa corrientemente. De manera arbitraria, da por terminada la transacción verbal, y con las fórmulas de cierre expresa que está ofendido o descontento con el curso del diálogo. "Lo único que voy a agregar es que las cebras son blancas con rayas negras. Buenas noches". A veces deja en claro que está ofendido y, en esos casos, utiliza fórmulas como: "Dado que no se puede dialogar con ustedes, me despido", o "No hablo con tarados. Chau, chau". El saludo y las frases de cierre tienen un efecto cómico cuando el debate se suscita en un foro en internet: en estas circunstancias, si alguien desea dejar de debatir, simplemente deja de comentar. Pero el antélogo cree que debe remarcar su futura ausencia. Cree que, por alguna razón, todos van a reparar en su punto final, o que esas palabras de cierre intempestivo le aportan elegancia al debate. Lo cierto es que el antélogo suele ofenderse por sus propias malinterpretaciones, y suele abandonar los debates cuando no le son favorables, o cuando ponen en evidencia que sus propias ideas son altamente discutibles (y que él no desea discutirlas): "Lo único que voy a decir es que Hitler tenía buenas intenciones. Con esto me despido, sigan discutiendo, manga de pelotudos".

2 comentarios:

José Pepe Parrot dijo...

El antélogo quiere, al menos por un momento, tener la última palabra.
Pero sus argumentos deficientes o la burda naturaleza de sus proposiciones no le permiten sostener ese punto final más allá de un segundo, como mucho.
También pretende, sin éxito, desviar la discusión hacia su propia prosopopeya ofendida. Una artimaña que podrá desmontarse ignorándolo como se merece, continuando la charla como si tal cosa.

Quecus dijo...

Cuando no se puede mantener una argumentación razonable, apunto a la opción de actuar en consecuencia con la seriedad correspondiente...
A veces, resulta que ésta es nula, a veces nos tomamos demasiado en serio.
Quizá no sea constructivo en teoría, pero puede ser muy entretenido.
Genial esta particular creación Jorge, varios días por semana me reencuentro con gente a la que quisiera enseñarles la apacibilidad del silencio...
o un reajuste estructural ¬¬