miércoles, 26 de septiembre de 2012

Oligopatía

(Sustantivo. Del griego oligo = poco y pathos = padecimiento. Sinónimo: oligonosia [del griego nósos = enfermedad])

Enfermedad o mal terrible que aqueja a alguien por un tiempo sumamente breve.

¿Ha sufrido una depresión profunda y severa por un microsegundo? ¿Sintió el dolor de un cuchillazo en el pecho durante el tiempo en que lleva pestañear? ¿Fue cuadripléjico o le pareció que lo habían descuartizado por un instante? ¿Tuvo esquizofrenia por cinco segundos? Si le ha ocurrido alguno de estos improbables sucesos, ha padecido la oligopatía, un fenómeno en el cual una persona siente síntomas devastadores y fulminantes de alguna grave dolencia, pero tales síntomas son tan breves que ni siquiera dejan huella en la memoria y mucho menos pueden articularse en palabras. Solo queda el resabio confuso de una sensación desagradable y triste, como de un mal sueño. Después de una oligopatía queda un inexplicable estremecimiento que suele provocar un largo suspiro y una ahogada desesperación momentánea. 

(La palabra 'oligopatía' aparece en una única entrada: aquí. Si algún lector conoce que ya tiene un uso en algún campo, le agradeceré que me lo comunique)


martes, 25 de septiembre de 2012

Peripteria

(Sustantivo. Del griego perí = alrededor y -pterós = que observa. También puede usarse: peridomipteria [mismas raíces más la raíz domos = casa] o periexopteria [exo = por fuera])

1. Modo en que se ve nuestra casa desde las terrazas, balcones o patios vecinos. 

2. Sensación de regocijo por observar nuestra propia casa desde una perspectiva ajena y poco habitual. 

Alguna vez se cayó la pelota -o una sábana volada por el viento- al patio de la vecina, y pudimos acceder por un momento a un mundo que solo observamos desde la azotea. Entonces levantamos la vista, y nos damos cuenta de cómo se ve nuestra terraza desde ahí, y cómo nos veríamos a nosotros mismos si estuviéramos mirando desde esa altura. Avistamos parte del tejado y de un ventanal de nuestra casa: no nos parecen propios; por un momento no asociamos que eso que vemos es el lugar donde vivimos. Es común, también, que nos asalte una pequeña e incomprensible nostalgia.

Es un buen ejercicio mirar por la ventana del piso treinta de un edificio (o desde una montaña) y buscar por aproximación dónde debería estar nuestro hogar. A veces descubrimos que, entre la multitud de tejados, se puede visualizar nuestro tanque de agua, o algunas ramas del almendro del patio, o la parte superior del altillo y, como en esos juegos en los que hay que descubrir personajes ocultos, sentimos el regocijo de la peripteria. 

Los foricondios también provocan una mínima peripteria.





lunes, 24 de septiembre de 2012

Programa de tv

El periodista Luis Cano hizo su programa "1000 metros" con una entrevista desde mi casa hasta la Universidad Nacional del Sur. Hablamos sobre Exonario y sobre mi actividad como profesor de filosofía.


Le agradezco mucho a la producción de Luis y a la enorme sorpresa que me dio al incluir -sin que yo lo supiera- a Isabella, Irma, mi mamá, mi papá y mi hermano (a quienes también les agradezco)

domingo, 23 de septiembre de 2012

Fisiestator

(Palabra y definición enviadas por Alejandro Arjona)

(Sustantivo. Del griego physis = naturaleza y del latín spectator = "el que mira con atención")

Ser de características metafísicas que constantemente vigila el cumplimiento de las leyes físicas.

El fisiestator es una especie de conciencia animada que vigila cada uno de los hechos que ocurren en el mundo y vigila que cada uno de ellos tenga concordancia con el modelo físico que rige al universo (no confundir con las teorías científicas vigentes). Está detrás de cada acontecimiento, calculando y clasificando cada movimiento y acción para que esta no actúe de forma errónea o se salga de los lineamientos básicos del modelo. Es este ser quien vigila que todos los objetos en la tierra caigan con una aceleración correspondiente a la de la gravedad, que los astros giren en armonía, las pleamares y bajamares y está detrás de cada movimiento en general comprobando que la fuerza de rozamiento sea la correcta, solo por dar ejemplos.

Se podría postular la existencia de múltiples fisiestatores que velaran por la integridad del sistema, haciendo imposibles los viajes en el tiempo, que las contradicciones lógicas se extrapolen a la naturaleza y vigilando constantemente las múltiples realidades paralelas. En ciertos casos, estos reguladores podrían interferir o interceder para mantener el status quo en su sistema a través de sutiles manipulaciones de los objetos o las condiciones mismas bajo las que los actos se suceden, lo cual explicaría ciertos “milagros” como el caer de un segundo piso y salir ileso.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Foborexia

(Sustantivo. Del griego phobós = temor y orexis = apetito, hambre)

Necesidad de tener miedo. 

Las personas que disfrutan de películas de terror, de historias -supuestamente verídicas- sobre fantasmas o de sus propias pesadillas, tienen foborexia.  El foboréxico camina a oscuras, en soledad, por un cementerio. O se muere de miedo al pensar en la horrenda criatura que lo acecha desde adentro del placard. O hace caras horrorosas frente al espejo para espantarse a sí mismo. O se mete en el galponcito del fondo, en mitad de la noche y sin linterna, donde se ahorcó el tío después de haber visto un fantasma.

Desde otro punto de vista, este término puede aplicarse a los casos en los que las personas buscan una excusa para tener miedo, aun cuando no disfrutan de ese miedo autogenerado. La foborexia nace de una necesidad por encontrar peligros y asechanzas en casi cualquier aspecto de la vida. El foboréxico teme salir a la calle, porque lo pueden robar o atropellar. Teme encender la hornalla, porque escuchó que a un vecino le explotó la cocina. Teme comprar por internet, porque lo pueden estafar. Teme comer un asado, porque podría morir de colesterol alto. Estos temores serían simples paranoias, de no ser porque el foboréxico siente cierto grado de adrenalina al imaginar los hechos negativos que podrían ocurrirle.

martes, 18 de septiembre de 2012

Narcosmia

(Sustantivo. Del griego narké = estado de adormecimiento y kósmos = orden. Sinónimo: hipnocosmia)

1. Capacidad de ir creando, a lo largo de la vida, un universo onírico coherente y verosímil.

Mediante la narcosmia sería posible imponer reglas y orden a los sueños. Para lograr este estado, es necesario, previamente, aprender el arte de modificar a voluntad el contenido de las imágenes oníricas: hay que volverse un narconauta (o hipnonauta), un viajero de los sueños. Una vez logrado este estado, es necesario suministrar leyes a las ensoñaciones para que, a partir de ese caos farragoso de imágenes inconexas, nazcan objetos oníricos sólidos, duraderos y asequibles a la razón. Cuando se apliquen estas leyes (arbitrarias, decididas por el soñador), los objetos soñados tendrán una continuidad narrativa noche tras noche y sueño tras sueño. 

2. Capacidad de soñar con suficiente lucidez como para crear en la realidad el objeto soñado. 

En "Las Ruinas Circulares" de Jorge Luis Borges, un hombre procrea a su hijo soñando con detalle y en noches sucesivas su corazón, el esqueleto, el cabello, sus párpados. Una vez soñado por completo, el hijo cobró vida en el mundo real, aunque llevaba una marca de su estirpe onírica: el fuego no podía quemarlo.
Los objetos nacidos de una narcosmia no siguen todas las reglas de nuestro mundo real; infringen algunas, porque permanecen de algún modo atados a su origen en el mundo de los sueños.  


domingo, 16 de septiembre de 2012

Cacognómico

(Palabra y definición enviadas por Juan Francisco López Corral)
(Adjetivo. Del griego kakós= malo, y gnosis=conocimiento) 

1. Dícese de quien profesa conocimientos erróneos con aires de superioridad intelectual y con el convencimiento de la corrección de dichos conocimientos.
Una persona cacognómica puede afirmar que está muy decepcionada con la actuación de Sean Connery en el papel de Batman, en la última película de Nolan. Un amigo podrá intentar hacerlo entrar en razón. El individuo cacognómico probablemente comprenda que se ha equivocado, pero nunca lo reconocerá y recurrirá a estratagemas tales como negar lo que ha dicho, invertir la situación (es decir, culpar al interlocutor por haber proferido su propio enunciado erróneo), etc. En situaciones más extremas (y frente a afirmaciones más difícilmente rebatibles), un intento de hacer entrar en razón al cacognómico será infructuoso e incluso provocará que éste último se burle de la ignorancia de su interlocutor.

2. Dícese de quien confunde los dichos y los mezcla a la hora de utilizarlos o los utiliza mal, de manera inoportuna en situaciones a las cuales los dichos no se ajustan.
"No por mucho regalar se tienen 100 pajaros sin dientes", podrá decir el individuo cacognómico. O bien exclamar: "cómo será la laguna que el chancho la cruza al trote" mientras contempla un accidente automovilístico, una silla rota o un animal defecando. Por lo general, estos individuos presentan también dificultades para elaborar chistes graciosos. 

sábado, 15 de septiembre de 2012

Yervataje


(Palabra y definición enviadas por Pablo Barbagelata)
(Sustantivo. De la unión de yerba y salvataje. Suele usarse en la construcción "tarrito de yerbataje")

Porción de yerba secundaria que permite preparar un último mate cuando la reserva principal se ha acabado.

El yervataje suele encontrarse en un frasco en el fondo de una alacena olvidada o en una bolsita dentro de una mochila que lleva varios días en desuso. Permite, por lo general, preparar entre uno y tres mates nuevos. Los yervatajes suelen presentarse en forma de pequeños tarros en los que se llevó yerba para un viaje, el trabajo o la universidad. En algunos casos, los yervatajes son intencionales, planeados para significar una especie de advertencia sobre la escasez de yerba. En casos de pereza excepcional se pueden encontrar varios de estos yervatajes intencionales que permiten postergar enormemente el inevitable momento de tener que salir a comprar más. Cabe preguntarse si en estos últimos casos se trata de yervataje o simplemente de un modo de guardar los víveres esparcidos. En todo caso, lo más definitorio de un yerbataje es el sentimiento incomparable de alivio que produce encontrarlo en aquellos momentos en que la diferencia entre las ganas de tomar un mate y las ganas de ir hasta el almacén de la esquina es muy grande.
El recipiente para transportar un yervataje se podría denominar "Yerbiférulo", del latín herbifer (el que produce o lleva las hierbas)

jueves, 13 de septiembre de 2012

Ciberargía

(Sustantivo. Del griego kibernetiké = técnica para pilotear una nave y argía = pereza)

Desgano para realizar actividades que solo demandan pocos segundos en una computadora . 

A veces es muy sencillo corroborar si algo es de tal manera o de tal otra: hay que abrir el navegador y tipiar la palabra en un motor de búsqueda. Con esa simple operación, obtenemos toda la información necesaria, incluso ordenada de modo jerárquico por relevancia. Pero, por alguna extraña razón, nos resulta molesto abrir una nueva ventana de navegación, o escribir la palabra "Monarquía" en la barra de Google. No sabemos por qué, pero nos parece más viable buscar la palabra en un diccionario de papel -con el trabajo que implica- que resolverlo a través de una serie económica de caracteres virtuales. La ciberargía se transmite a casi todas las operaciones hechas por computadora: sentimos fastidio por imprimir un documento, abrir uno nuevo, buscar un correo electrónico determinado, elegir la canción que nos gusta en una lista de canciones o descargar películas. A veces tenemos negación, incluso, por actividades que implican un solo clic.

La expresión "la vida es demasiado corta para quitar el dispositivo USB con seguridad" expresa un sentimiento de ciberargía. 

martes, 11 de septiembre de 2012

Antirremia

(Sustantivo. Del griego anti = contrario y rhéma = afirmación, acción verbal. Adjetivo: antirrémico)

Estrategia oratoria que consiste en desacreditar a una persona por dos razones contrarias.

Cuando queremos desacreditar el enunciado de una persona, podemos hacer referencia a lo poco que sabe o la poca experiencia que tiene el emisor acerca de lo que manifiesta en el enunciado. Le decimos, furiosos, que no es el más indicado para señalar una inexactitud en nuestro discurso: "Qué te metés a hablar de economía, vos. Andá a estudiar microeconomía, macroeconomía, estadística, y después vení a criticarme". El emisor, sin embargo, nos aclara: "Yo tengo un doctorado en economía". Sin darnos cuenta, hemos tratado de ignorante a una persona que sabía más que nosotros. En este punto, podemos tomar dos actitudes: pedir disculpas, o utilizar la antirremia. Si hacemos lo último, retrucaremos algo como esto: "¿Y vos qué te pensás? ¿Que porque estudiaste economía yo estoy equivocado?. ¿Quién te creés que sos? ¿El nobel de economía?". Como puede verse, la aplicación de esta última estrategia ya no apela al desconocimiento del emisor, sino al hecho de que su conocimiento no debería aplicarse en este caso, o que su saber lo vuelve arrogante o, incluso, que es un bochorno, para alguien con tanto estudio, rebajarse a corregir números en una discusión amateur. La aplicación sucesiva del descrédito por desconocimiento, y el descrédito por exceso de conocimiento, es la antirremia. La antirremia es un tipo de antinomia (de ahí, también, su similitud etimológica), puesto que utiliza como válidas una tesis y su antítesis para llegar a la misma conclusión: el destinatario no debería opinar.
Existen varios recursos antirrémicos, además del ejemplificado: "No leíste lo suficiente" (argumento); "Por más que leas todo, la lectura no te va a hacer más sabio" (contraargumento). "Si trabajaras, entenderías de lo que hablo" (argumento); "Bueno, que trabajes dieciséis horas por día no es suficiente para que entiendas de lo que hablo" (contraargumento). "Vos no podés criticarme, porque nunca se te ocurrió algo parecido" (argumento), "Bueno, que de vez en cuando se te caiga una idea no te da lugar a criticarme" (contraargumento). "No sabés lo que es tener hijos, así que no podés saber el amor que siento por ellos" (argumento); "Bueno, aunque tengas diez hijos, no tenés idea de lo que siento yo" (contraargumento).

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Autocarcino

(Sustantivo. Del griego autós = sí mismo y carcynos = cangrejo)

Tumor canceroso independiente. 

Los tumores crecen en -y a expensas de- los individuos que los padecen. Pero, quizás, si pudiéramos lograr que el tumor creciera hasta cierto punto, y luego se separara de su gestor para seguir creciendo de forma autónoma, habríamos logrado un autocarcino.
Se podrían criar a los autocarcinos como nuevos tipos de formas vivientes. Quizás se puedan alimentar e incluso reproducir sin necesidad de los cuerpos humanos. Quizás los tumores cancerosos sean realmente entidades independientes, pero no hemos logrado comunicarnos con ellos, ni educarlos convenientemente. Si existiera algún modo de dialogar con ese conjunto de células mutadas y enloquecidas, quizás se podría convencerlas para que abandonen el lugar donde han nacido y separarse del torturado cuerpo humano que lo padece.
Es posible que en un futuro los bosques estén poblados por extrañísimas criaturas visceroides autocarcinas, que se combinarán en infinitas formas con nanobots y animales artificiales. Es posible, también, que cada tanto los autocarcinos sientan el impulso de retornar al cuerpo que les dio origen, y necesiten abrazarse al pulmón, al recto o al estómago de donde fueron extirpados, como niños abandonados que sienten nostalgia de la lactancia materna.

martes, 4 de septiembre de 2012

Antélogo


(Contracción de angetélogo, y esta de angetelótogo. Del griego aggélo = avisar; teleuté = final y lógos = discurso, razón)

Quien avisa que ya no va a seguir participando de un diálogo o debate. 

El antélogo no solo deja de discutir, sino que, además se siente en la obligación de dejar en claro que esas serán sus últimas palabras. "Con esto me retiro", "No digo más", "Esto es lo último que voy a decir" o incluso "Jaque mate" son fórmulas que el antélogo usa corrientemente. De manera arbitraria, da por terminada la transacción verbal, y con las fórmulas de cierre expresa que está ofendido o descontento con el curso del diálogo. "Lo único que voy a agregar es que las cebras son blancas con rayas negras. Buenas noches". A veces deja en claro que está ofendido y, en esos casos, utiliza fórmulas como: "Dado que no se puede dialogar con ustedes, me despido", o "No hablo con tarados. Chau, chau". El saludo y las frases de cierre tienen un efecto cómico cuando el debate se suscita en un foro en internet: en estas circunstancias, si alguien desea dejar de debatir, simplemente deja de comentar. Pero el antélogo cree que debe remarcar su futura ausencia. Cree que, por alguna razón, todos van a reparar en su punto final, o que esas palabras de cierre intempestivo le aportan elegancia al debate. Lo cierto es que el antélogo suele ofenderse por sus propias malinterpretaciones, y suele abandonar los debates cuando no le son favorables, o cuando ponen en evidencia que sus propias ideas son altamente discutibles (y que él no desea discutirlas): "Lo único que voy a decir es que Hitler tenía buenas intenciones. Con esto me despido, sigan discutiendo, manga de pelotudos".