(Sustantivo. Del latín plus = más, adición y morbus = enfermedad)
Defecto físico que aumenta la belleza de una persona.
Una mujer moderadamente bonita se ve mucho más hermosa si padece renguera, si le falta un brazo o si tiene asma. Es posible que estos defectos despierten una perversa ternura: al atractivo físico de su belleza moderada se le suma la necesidad de protegerla y ayudarla. Sin embargo, la plusmorbía deja de funcionar si la persona debe recurrir a sillas de rueda, o sueros intravenosos: la enfermedad sólo acrecienta la belleza si la persona afectada trata de valerse por sus propios medios (es decir, si trata de apoyarse sobre sus piernas, aunque le falte un pie; o si trata de cortar el pollo con el cuchillo, a pesar de que no tenga brazos) Es necesario que la apariencia general no se vea opacada por prótesis, andadores o medicamentos visualmente distractivos o que generen rechazo.
A veces un bastón puede funcionar como incentivador de la plusmorbía, tal como ocurre con el Doctor House, cuyo atractivo parece aumentar gracias al contraste entre su personalidad intratable y su fragilidad para caminar.
Definiciones y términos que no figuran en el diccionario ("Exonario" no figura en el diccionario, pero sí figura en Exonario)
lunes, 30 de mayo de 2011
viernes, 27 de mayo de 2011
Narcomedia
(Sustantivo)
1. (Del griego narké = adormecimiento y kommoedia = obra dramática)
Representación teatral en la cual cada uno de los actores está dormido y ejecuta sus intervenciones en un estado de sonambulismo.
Por extensión, se llama narcomedia a cualquier interacción entre sonámbulos: si dos o más personas que padecen sonambulismo se encuentran en una plaza durante la madrugada, se sientan en un banco, se convidan caramelos, y mantienen un diálogo coherente y prolongado, se dice que han interpretado una narcomedia.
Las narcomedias tienen un curioso efecto: ninguno de sus protagonistas tiene conciencia de haber participado de ellas.
De manera derivada, también, puede llamarse narcomedia a la obra de teatro intencionadamente aburrida y monótona que provoca el sueño de la mayoría de su público.
2. (Del griego narké = adormecimiento y del latín media = medios de expresión. Úsase como sustantivo colectivo)
Sistemas de comunicación que dejan sus mensajes mientras sus destinatarios duermen.
Canales de televisión cuyos televidentes son personas que están dormidas serían ejemplos de narcomedia. Se puede justificar la necesidad de narcomedia apelando a esa dudosa y no corroborada hipótesis según la cual, mientras se duerme, se aprende (o se adoctrina) mejor porque la información se almacena sin filtros en el inconsciente.
1. (Del griego narké = adormecimiento y kommoedia = obra dramática)
Representación teatral en la cual cada uno de los actores está dormido y ejecuta sus intervenciones en un estado de sonambulismo.
Por extensión, se llama narcomedia a cualquier interacción entre sonámbulos: si dos o más personas que padecen sonambulismo se encuentran en una plaza durante la madrugada, se sientan en un banco, se convidan caramelos, y mantienen un diálogo coherente y prolongado, se dice que han interpretado una narcomedia.
Las narcomedias tienen un curioso efecto: ninguno de sus protagonistas tiene conciencia de haber participado de ellas.
De manera derivada, también, puede llamarse narcomedia a la obra de teatro intencionadamente aburrida y monótona que provoca el sueño de la mayoría de su público.
2. (Del griego narké = adormecimiento y del latín media = medios de expresión. Úsase como sustantivo colectivo)
Sistemas de comunicación que dejan sus mensajes mientras sus destinatarios duermen.
Canales de televisión cuyos televidentes son personas que están dormidas serían ejemplos de narcomedia. Se puede justificar la necesidad de narcomedia apelando a esa dudosa y no corroborada hipótesis según la cual, mientras se duerme, se aprende (o se adoctrina) mejor porque la información se almacena sin filtros en el inconsciente.
jueves, 26 de mayo de 2011
Palinhedonia
(Sustantivo. Del griego palin = de nuevo, hacia atrás y hedoné = placer)
Capacidad de sentir alternativamente placer y displacer por el mismo estímulo.
Si a una persona le fascina comer caramelos de menta a las dos de la tarde; a las seis los rechaza con violencia y a las ocho una vez más los desea fervientemente; si los martes ama las pinturas de Joan Miró; los miércoles aborrece los contrastes de color y las figuras casi abstractas, los miércoles siente una renovada sed por contemplar El Jardín; si a la mañana adora las noches, si a la noche odia la noche y a la mañana siguiente vuelve a adorarla: en todos estos casos se manifiesta palinhedonia.
A veces basta con que el estímulo esté ausente para que se lo desee, y basta con que esté presente para que sea rechazado: esta clase de palinhedonia se conoce vulgarmente como "síndrome de la Gata Flora".
Capacidad de sentir alternativamente placer y displacer por el mismo estímulo.
Si a una persona le fascina comer caramelos de menta a las dos de la tarde; a las seis los rechaza con violencia y a las ocho una vez más los desea fervientemente; si los martes ama las pinturas de Joan Miró; los miércoles aborrece los contrastes de color y las figuras casi abstractas, los miércoles siente una renovada sed por contemplar El Jardín; si a la mañana adora las noches, si a la noche odia la noche y a la mañana siguiente vuelve a adorarla: en todos estos casos se manifiesta palinhedonia.
A veces basta con que el estímulo esté ausente para que se lo desee, y basta con que esté presente para que sea rechazado: esta clase de palinhedonia se conoce vulgarmente como "síndrome de la Gata Flora".
lunes, 23 de mayo de 2011
Noticia
En este momento estoy firmando el contrato con Editorial Sudamericana.
Exonario se convierte en libro.
viernes, 20 de mayo de 2011
Proltracción
(Sustantivo. Del latín procul = lejos de, y tractione = ablativo de "tractio": tracción )
Acción de mover, tironear o agitar el extremo de algo para encontrar una cosa en el otro extremo.
Cuando las llaves, el documento o la cartera se han extraviado entre los colocios de nuestra casa, podemos buscarlos revisando uno por uno los vericuetos y los recipientes. Entre las técnicas que incluimos en nuestras búsquedas, puede estar la proltracción : si hay una manta o un cobertor sobre la mesa o la estantería, tiramos de un extremo del cobertor para ver si, desde el otro extremo, se descubre el objeto extraviado. La proltracción funciona como una "búsqueda a distancia": la acción que ejecutamos aquí (en el extremo A de una cosa) repercute en el otro lado (el extremo B), y podría ocurrir que, incidentalmente, al descubrirse el otro extremo se muevan y reacomoden los objetos y aparezcan por fin las llaves.
La proltracción es la táctica que solemos emplear cuando queremos hacer salir a un animal o un insecto escondido bajo una manta. Si sabemos que hay una araña debajo del extremo superior de la sábana, lo mejor será tironear del extremo inferior para que salga.
Tirar de un hilo que está enredado entre un sinfín de otros objetos es también una modalidad de proltracción.
Acción de mover, tironear o agitar el extremo de algo para encontrar una cosa en el otro extremo.
Cuando las llaves, el documento o la cartera se han extraviado entre los colocios de nuestra casa, podemos buscarlos revisando uno por uno los vericuetos y los recipientes. Entre las técnicas que incluimos en nuestras búsquedas, puede estar la proltracción : si hay una manta o un cobertor sobre la mesa o la estantería, tiramos de un extremo del cobertor para ver si, desde el otro extremo, se descubre el objeto extraviado. La proltracción funciona como una "búsqueda a distancia": la acción que ejecutamos aquí (en el extremo A de una cosa) repercute en el otro lado (el extremo B), y podría ocurrir que, incidentalmente, al descubrirse el otro extremo se muevan y reacomoden los objetos y aparezcan por fin las llaves.
La proltracción es la táctica que solemos emplear cuando queremos hacer salir a un animal o un insecto escondido bajo una manta. Si sabemos que hay una araña debajo del extremo superior de la sábana, lo mejor será tironear del extremo inferior para que salga.
Tirar de un hilo que está enredado entre un sinfín de otros objetos es también una modalidad de proltracción.
miércoles, 18 de mayo de 2011
Pericúlico
(Adjetivo. Del latín periculum = peligro)
Quien encuentra situaciones potencialmente peligrosas para nuestra vida en cada una de las acciones que ejecutamos.
El pericúlico señala cada una de las (a su juicio) peligrosas consecuencias de nuestros actos, aun cuando algunos de esos actos tiendan a reparar la posible consecuencia peligrosa de otros actos: "Si no cambiás el antivirus, seguro que te entra un troyano y te van a espiar la computadora y un día te roban todo". "Cambiaste el antivirus; bueno, no es garantía de nada, igual un día te vas a levantar y seguro que un virus te comió todos los archivos". "Si tenés la piel muy blanca y no te hacés un tratamiento, casi seguro que vas a envejecer más pronto". "Ah, empezaste el tratamiento para la piel blanca. Sí, bueno, de todos modos por más tratamiento que hagas, si la piel es demasiado blanca, te vas a arrugar como una pasa de uva". "Si dejás el auto estacionado en la vereda, en tu barrio, te lo roban. Seguro que te lo roban". "¿Guardaste el auto en el garaje? Bueno, viste cómo es, si te lo quieren robar, te lo sacan del garaje. En tu barrio, seguro que te abren el garaje para robarlo". "Si no hacés ejercicios todos los días, los músculos se van debilitando y vas a morir joven". "Si hacés tanto ejercicio, los músculos se tensan demasiado, las células se dividen mucho, van perdiendo telómero y te morís joven". Sus señalamientos no sólo se hacen con mala voluntad: además, el pericúlico no habla como si esa catarata de peligros fuese sólo una posibilidad. Para él, la catástrofe es segura y no se puede detener. Es curioso, sin embargo, que sólo encuentre consecuencias negativas en las acciones ajenas y nunca (o rara vez) en las propias.
Quien encuentra situaciones potencialmente peligrosas para nuestra vida en cada una de las acciones que ejecutamos.
El pericúlico señala cada una de las (a su juicio) peligrosas consecuencias de nuestros actos, aun cuando algunos de esos actos tiendan a reparar la posible consecuencia peligrosa de otros actos: "Si no cambiás el antivirus, seguro que te entra un troyano y te van a espiar la computadora y un día te roban todo". "Cambiaste el antivirus; bueno, no es garantía de nada, igual un día te vas a levantar y seguro que un virus te comió todos los archivos". "Si tenés la piel muy blanca y no te hacés un tratamiento, casi seguro que vas a envejecer más pronto". "Ah, empezaste el tratamiento para la piel blanca. Sí, bueno, de todos modos por más tratamiento que hagas, si la piel es demasiado blanca, te vas a arrugar como una pasa de uva". "Si dejás el auto estacionado en la vereda, en tu barrio, te lo roban. Seguro que te lo roban". "¿Guardaste el auto en el garaje? Bueno, viste cómo es, si te lo quieren robar, te lo sacan del garaje. En tu barrio, seguro que te abren el garaje para robarlo". "Si no hacés ejercicios todos los días, los músculos se van debilitando y vas a morir joven". "Si hacés tanto ejercicio, los músculos se tensan demasiado, las células se dividen mucho, van perdiendo telómero y te morís joven". Sus señalamientos no sólo se hacen con mala voluntad: además, el pericúlico no habla como si esa catarata de peligros fuese sólo una posibilidad. Para él, la catástrofe es segura y no se puede detener. Es curioso, sin embargo, que sólo encuentre consecuencias negativas en las acciones ajenas y nunca (o rara vez) en las propias.
Monosiamés
(Sustantivo. De monos = uno y siamés = gemelo unido por alguna parte del cuerpo)
Persona que es hermana gemela siamés de sí misma.
El monosiamés tiene el cuerpo compartido por dos personas, y esas dos personas son él mismo. Cada parte de su cuerpo está unida a la parte del cuerpo de la otra persona que es ella misma. El ensamblaje de ambos es tan perfecto que se conforma una unidad física y psíquica, y en ningún momento (ni antes, ni después de nacer) puede manifestarse la dualidad.
Podría pensarse, también que un monosiamés es una persona que está unida a otra a través de su propio cuerpo. Pero esa otra persona a la que se une es idéntica a la persona inicial: comparte su cuerpo y su estructura psíquica. Todo lo que haga la persona A, lo hará la B. Todo lo que padezca, piense o desee la persona A, también lo padecerá, pensará o deseará la B. El sabor del helado, el aroma del té, la visión del color amarillo: todo ello lo disfrutarán ambos por igual, con las mismas cualidades e intensidades. Con una salvedad: tanto A como B vivenciarán cada cosa no como si fueran dos personas, sino una sola.
Persona que es hermana gemela siamés de sí misma.
El monosiamés tiene el cuerpo compartido por dos personas, y esas dos personas son él mismo. Cada parte de su cuerpo está unida a la parte del cuerpo de la otra persona que es ella misma. El ensamblaje de ambos es tan perfecto que se conforma una unidad física y psíquica, y en ningún momento (ni antes, ni después de nacer) puede manifestarse la dualidad.
Podría pensarse, también que un monosiamés es una persona que está unida a otra a través de su propio cuerpo. Pero esa otra persona a la que se une es idéntica a la persona inicial: comparte su cuerpo y su estructura psíquica. Todo lo que haga la persona A, lo hará la B. Todo lo que padezca, piense o desee la persona A, también lo padecerá, pensará o deseará la B. El sabor del helado, el aroma del té, la visión del color amarillo: todo ello lo disfrutarán ambos por igual, con las mismas cualidades e intensidades. Con una salvedad: tanto A como B vivenciarán cada cosa no como si fueran dos personas, sino una sola.
martes, 17 de mayo de 2011
Chucado
(Adjetivo. De Chucky: nombre de un muñeco de ficción poseído por el alma de un asesino)
Quien posee un continuo rictus de amargura y enojo en su rostro, especialmente cuando desea manifestar una emoción de alegría y placer.
El chucado tiene los labios muy tensos, como si estuviera disimulando un intenso dolor. No es responsable de la rigidez de su cara; sus cejas se curvan naturalmente; la boca se le aprieta y el entrecejo se le arruga como si las preocupaciones lo abrumaran. Todo esto puede ocurrirle aunque se esté riendo y, en rigor, el término se aplica precisamente cuando nos damos cuenta de que su emoción es contraria a la que manifiesta su rostro prima facie.
Quien posee un continuo rictus de amargura y enojo en su rostro, especialmente cuando desea manifestar una emoción de alegría y placer.
El chucado tiene los labios muy tensos, como si estuviera disimulando un intenso dolor. No es responsable de la rigidez de su cara; sus cejas se curvan naturalmente; la boca se le aprieta y el entrecejo se le arruga como si las preocupaciones lo abrumaran. Todo esto puede ocurrirle aunque se esté riendo y, en rigor, el término se aplica precisamente cuando nos damos cuenta de que su emoción es contraria a la que manifiesta su rostro prima facie.
martes, 10 de mayo de 2011
Calalocos
(Adjetivo. De calar, en su acepción de 'comprender un motivo secreto' y loco)
Quien aparenta tener una gran intuición para descubrir si una persona padece algún desequilibrio mental.
El calalocos manifiesta que es capaz de darse cuenta, mucho antes de tener un diálogo o un indicio revelador, si el almacenero, el plomero, un desconocido que cruza a lo lejos por la calle o su propia esposa, han enloquecido. A través de señales discutibles y poco concluyentes, el calalocos expone con certeza su impresión de que Carlitos está muy perturbado, y que esa locura "ya estaba presente" desde muchas décadas atrás, aun cuando no se había manifestado de manera pública. En rigor, para el calalocos, dos o tres indicios de excentricidad (mover mucho los ojos, hablar en voz baja, mirar el cielo, respirar profundo o comer lechuga sin vinagre) le bastan para extraer su apurada conclusión: "A esta mina ya la tengo calada, y está rayadísima. Toma café sin azúcar y se ducha durante casi una hora. Pero esto no es de ahora, ¿eh? Hace diez años fue mi compañera en el instituto, y ya en ese momento tomaba leche sin azúcar"
A veces el calalocos se siente en la obligación de confrontar al supuesto desequilibrado, haciéndole ver que sus ideas o acciones no son propias de una persona normal. Cuando hace esto, cree que está cumpliendo un rol social inestimable: "Le tuve que decir a María que está cada día más loca, que no puede andar haciendo gimnasia aeróbica a las seis de la mañana. Le recomendé que vaya a ver a un psiquiatra. Si no se lo decía, un día va a ser peor, va a agarrar un hacha y nos va a matar a todos"
Quien aparenta tener una gran intuición para descubrir si una persona padece algún desequilibrio mental.
El calalocos manifiesta que es capaz de darse cuenta, mucho antes de tener un diálogo o un indicio revelador, si el almacenero, el plomero, un desconocido que cruza a lo lejos por la calle o su propia esposa, han enloquecido. A través de señales discutibles y poco concluyentes, el calalocos expone con certeza su impresión de que Carlitos está muy perturbado, y que esa locura "ya estaba presente" desde muchas décadas atrás, aun cuando no se había manifestado de manera pública. En rigor, para el calalocos, dos o tres indicios de excentricidad (mover mucho los ojos, hablar en voz baja, mirar el cielo, respirar profundo o comer lechuga sin vinagre) le bastan para extraer su apurada conclusión: "A esta mina ya la tengo calada, y está rayadísima. Toma café sin azúcar y se ducha durante casi una hora. Pero esto no es de ahora, ¿eh? Hace diez años fue mi compañera en el instituto, y ya en ese momento tomaba leche sin azúcar"
A veces el calalocos se siente en la obligación de confrontar al supuesto desequilibrado, haciéndole ver que sus ideas o acciones no son propias de una persona normal. Cuando hace esto, cree que está cumpliendo un rol social inestimable: "Le tuve que decir a María que está cada día más loca, que no puede andar haciendo gimnasia aeróbica a las seis de la mañana. Le recomendé que vaya a ver a un psiquiatra. Si no se lo decía, un día va a ser peor, va a agarrar un hacha y nos va a matar a todos"
lunes, 9 de mayo de 2011
Sinasa
(Adjetivo. De "sin asa")
1. Objeto que resulta difícil de asir debido a que no tiene alguna parte que sobresale.
Los objetos esferoides son propiamente sinasa. Puede utilizarse el término para referirse a algo que es uniformemente resbaloso o caliente: aunque tuviera asas, el hecho de que la temperatura o o su carácter escurridizo estén distribuidos de manera uniforme en todo el objeto (incluidas las eventuales asas), hacen que sea sinasa. No es una contradicción hablar de un asa sinasa, si el asa comparte las propiedades de calor o viscosidad del resto del objeto. Si las asas de una taza se calientan al igual que la taza, entonces tanto la taza como las asas son sinasas.
2. Persona o animal a la que le falta alguna de las extremidades, o todas.
Se lo puede utilizar en sentido figurado para referirse a la falta de vigor masculino o de autoridad, en referencia a una supuesta falta de pene. También, como término despectivo o insultante, refiere a una supuesta impotencia sexual masculina: "No te acuestes con Roberto, es un sinasa"
3. Dícese de la argumentación tan clara, completa y convincente que resulta imposible de refutar, ya sea en conjunto o en sus partes.
En esta acepción, también, se refiere a la persona que es capaz de defender de manera impecable un discurso, o cuyo pasado es limpio y libre de cualquier reproche. Cuando se discute con un sinasa, se suele decir: "Estuve discutiendo con Hernán y revolviendo en su pasado. Pero es un sinasa, nunca encuentro algo con qué agarrarlo".
1. Objeto que resulta difícil de asir debido a que no tiene alguna parte que sobresale.
Los objetos esferoides son propiamente sinasa. Puede utilizarse el término para referirse a algo que es uniformemente resbaloso o caliente: aunque tuviera asas, el hecho de que la temperatura o o su carácter escurridizo estén distribuidos de manera uniforme en todo el objeto (incluidas las eventuales asas), hacen que sea sinasa. No es una contradicción hablar de un asa sinasa, si el asa comparte las propiedades de calor o viscosidad del resto del objeto. Si las asas de una taza se calientan al igual que la taza, entonces tanto la taza como las asas son sinasas.
2. Persona o animal a la que le falta alguna de las extremidades, o todas.
Se lo puede utilizar en sentido figurado para referirse a la falta de vigor masculino o de autoridad, en referencia a una supuesta falta de pene. También, como término despectivo o insultante, refiere a una supuesta impotencia sexual masculina: "No te acuestes con Roberto, es un sinasa"
3. Dícese de la argumentación tan clara, completa y convincente que resulta imposible de refutar, ya sea en conjunto o en sus partes.
En esta acepción, también, se refiere a la persona que es capaz de defender de manera impecable un discurso, o cuyo pasado es limpio y libre de cualquier reproche. Cuando se discute con un sinasa, se suele decir: "Estuve discutiendo con Hernán y revolviendo en su pasado. Pero es un sinasa, nunca encuentro algo con qué agarrarlo".
viernes, 6 de mayo de 2011
Alomémesis
(Sustantivo. Del griego allos = otro y mnéme = recuerdo)
Variación que van sufriendo los recuerdos cada vez que son recordados.
¿Es posible que el solo acto de recordar modifique los recuerdos?
Quizás esas evocaciones de la infancia que rememoramos a menudo hayan ido sufriendo graduales e imperceptibles mutaciones en cada evocación, y no hay manera de darnos cuenta porque no tenemos con qué compararlas. Probablemente, cada vez que se recuerda el día en que comenzamos la escuela, nuestra imaginación agregue sensaciones, colores, destellos, personajes y sentimientos que jamás estuvieron presentes. Tal vez, en cada nuevo acto de rememoración nos venga a la memoria no sólo el recuerdo original, sino también -de manera subrepticia- el recuerdo de todas las veces que trajimos a la memoria ese recuerdo, más una serie creciente de efectos mnémicos ilusorios, teñidos con un regusto a nostalgia y lejanía borrosa.
Según la hipótesis que da origen a esta palabra, los tafómemos habrán de ser los únicos recuerdos que no pueden ser modificados por la memoria. Pero, precisamente por ello, por desgracia no los podemos recordar.
Variación que van sufriendo los recuerdos cada vez que son recordados.
¿Es posible que el solo acto de recordar modifique los recuerdos?
Quizás esas evocaciones de la infancia que rememoramos a menudo hayan ido sufriendo graduales e imperceptibles mutaciones en cada evocación, y no hay manera de darnos cuenta porque no tenemos con qué compararlas. Probablemente, cada vez que se recuerda el día en que comenzamos la escuela, nuestra imaginación agregue sensaciones, colores, destellos, personajes y sentimientos que jamás estuvieron presentes. Tal vez, en cada nuevo acto de rememoración nos venga a la memoria no sólo el recuerdo original, sino también -de manera subrepticia- el recuerdo de todas las veces que trajimos a la memoria ese recuerdo, más una serie creciente de efectos mnémicos ilusorios, teñidos con un regusto a nostalgia y lejanía borrosa.
Según la hipótesis que da origen a esta palabra, los tafómemos habrán de ser los únicos recuerdos que no pueden ser modificados por la memoria. Pero, precisamente por ello, por desgracia no los podemos recordar.
miércoles, 4 de mayo de 2011
Afiolarse
(Verbo. De fiolo, apócope de "cafiolo", argentinismo por 'proxeneta', y "apiolarse": argentinismo por 'sacar ventaja'. Adjetivo: afiolado)
Convertirse en un aprovechador de las mujeres.
Este término sólo puede emplearse para describir un proceso en el cual el aprovechador o la aprovechadora se han mostrado, inicialmente, como personas cordiales y bondadosas, pero con el tiempo fueron mostrando actitudes machistas, autoritarias y groseras hasta hacer de ellas un hábito.
A diferencia de los proxenetas o cafiolos, el afiolado normalmente no espera obtener un rédito económico de las mujeres a las cuales va sometiendo. Sólo desea que le dispensen una existencia absolutamente cómoda a cambio de palabras soeces y denigraciones.
Convertirse en un aprovechador de las mujeres.
Este término sólo puede emplearse para describir un proceso en el cual el aprovechador o la aprovechadora se han mostrado, inicialmente, como personas cordiales y bondadosas, pero con el tiempo fueron mostrando actitudes machistas, autoritarias y groseras hasta hacer de ellas un hábito.
A diferencia de los proxenetas o cafiolos, el afiolado normalmente no espera obtener un rédito económico de las mujeres a las cuales va sometiendo. Sólo desea que le dispensen una existencia absolutamente cómoda a cambio de palabras soeces y denigraciones.
martes, 3 de mayo de 2011
Procurenuvia
(Sustantivo. Del latín pro = en favor de; cura = cuidado y res nova = novedades, cosas nuevas)
Cuidado especial que se tiene con las cosas cuando son nuevas.
Le dispensamos un trato diferencial a los objetos que hemos adquirido hace poco tiempo. Limpiamos concienzudamente el monitor y el teclado de la nueva computadora, los protegemos con una funda, apagamos el equipo cuando no lo estamos usando; todo eso con el fin de que su brillo, su aroma, su color y sus cualidades de recién comprada se conserven para siempre. El suéter de hilo que nos regalaron se dobla, se guarda con esmero en el cajón de los suéters y casi no se usa para evitar que se estropee o se ensucie. El juego de tazas nuevo se exhibe con orgullo en una vitrina y se lustra a diario. La procurenuvia, sin embargo, va desapareciendo de modo inexorable: un par de semanas después comenzamos a desatender lo que tanto habíamos atendido. En el monitor de la computadora comienza a acumularse polvo (y no lo vemos, o no nos interesa); el suéter no está bien doblado en el cajón (y tiene una mancha), y el juego de tazas ya es sólo un adorno más, miriatizado en la vitrina. El aroma, la viveza de colores y la imponencia de los objetos nuevos despiertan un enamoramiento fugaz que se va apagando tras descubrir que aun lo más vistoso y reluciente está condenado a volverse viejo, rayado, polvoriento, mutilado y apestoso.
Cuidado especial que se tiene con las cosas cuando son nuevas.
Le dispensamos un trato diferencial a los objetos que hemos adquirido hace poco tiempo. Limpiamos concienzudamente el monitor y el teclado de la nueva computadora, los protegemos con una funda, apagamos el equipo cuando no lo estamos usando; todo eso con el fin de que su brillo, su aroma, su color y sus cualidades de recién comprada se conserven para siempre. El suéter de hilo que nos regalaron se dobla, se guarda con esmero en el cajón de los suéters y casi no se usa para evitar que se estropee o se ensucie. El juego de tazas nuevo se exhibe con orgullo en una vitrina y se lustra a diario. La procurenuvia, sin embargo, va desapareciendo de modo inexorable: un par de semanas después comenzamos a desatender lo que tanto habíamos atendido. En el monitor de la computadora comienza a acumularse polvo (y no lo vemos, o no nos interesa); el suéter no está bien doblado en el cajón (y tiene una mancha), y el juego de tazas ya es sólo un adorno más, miriatizado en la vitrina. El aroma, la viveza de colores y la imponencia de los objetos nuevos despiertan un enamoramiento fugaz que se va apagando tras descubrir que aun lo más vistoso y reluciente está condenado a volverse viejo, rayado, polvoriento, mutilado y apestoso.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)