lunes, 4 de abril de 2011

Temporaquizar

(Verbo intransitivo. Del latín tempus = tiempo y acus =a guja, aguijón)

 1. Tener muy en cuenta el paso de los minutos. 

A veces no estamos muy pendientes del reloj y el paso del tiempo; otras veces, en cambio, hay que vigilar que cada minuto no se vaya sin que hayamos hecho una sucesión de cosas urgentes. Una hora antes de viajar o de ir al trabajo suelen ser cruciales para resolver acciones de último momento: es en esas situaciones y otras similares en las que calculamos, corremos y apretamos los sucesos para que quepan en pocos segundos.
Dejamos de temporaquizar cuando descronamos. Descronar no sólo es dejar de mirar el reloj: es también dejar de marcar el tiempo. Cuando temporaquizamos, en cambio, sentimos cronorexia y cronodulia.  En rigor, la acepción que estamos definiendo aquí no difiere demasiado de esta última, pero hay un pequeño matiz: la cronodulia consiste en una sujeción continua y obliterante del horario, impuesta a partir de obligaciones externas (por lo general, laborales). Cuando se temporaquiza, en cambio, hay una necesidad ininterrumpida de contar los minutos, y por lo general esto ocurre previamente a una actividad importante. Un cronodúlico puede estar pendiente del horario, pero sólo para que no se le haga tarde para un hecho puntual (acostarse, levantarse o tomar un medicamento). El que temporaquiza, en cambio, observa cada minuto para obligarse a hacer cosas más rápido y con más eficacia antes de que se cumpla cierto plazo.  

2. Sentir que es tarde para algo. 


Etimológicamente, "temporaquizar" puede parafrasearse como "sentir el aguijón del tiempo". Por ello, la sensación de que el tiempo para hacer algo ya se acabó (o está por acabarse) merece ser abarcada por este término. Según esta segunda acepción, se puede temporaquizar aun cuando se tenga tiempo libre: puede que en nuestras vacaciones de marzo sintamos que ya es muy tarde para ir a la playa; puede que a pesar de que compramos bizcochos y facturas para el mate, nos demos cuenta de que ya pasó el momento para la merienda y conviene ir pensando en la cena; puede que nos sintamos viejos para hacer una carrera o tener hijos. Esta sensación suele venir acompañada de una gran modulancia.

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