(Verbo. Del latín retro = hacia atrás y suscitare = despertar. Sustantivo: retroscitación. Adjetivo: retroscitado,a)
Resucitar en el pasado.
¿Por qué uno debería resucitar en un tiempo después al de la muerte? Quizás es posible resucitar en un tiempo anterior a la propia vida. Tal vez uno pueda resucitar, incluso, en el mismo instante en que nació.
La retrocitación sería una manera extrema de viajar en el tiempo. Pero sin duda plantea ciertas paradojas.
Si yo resucito con el mismo cuerpo y en el mismo día en que nací, ¿he resucitado realmente? ¿O mi cuerpo tiene dos almas, ambas las cuales son... yo mismo?
Si resucito en el pasado y realizo algunas proezas, ¿no sería concebible que antes de resucitar (es decir, cuando viví en el futuro) pudiera haber leído algún libro en donde se relataran mis propias hazañas?
Desde luego, es posible que las resurrecciones se den en universos paralelos y que, por lo tanto, yo no tenga noticia de mis yo-mismos resurrectos que andan por ahí reviviendo vidas que no he vivido.
Quizás Jesús resucitó en el pasado, o en algún futuro muy lejano.
Un retroscitado de mí mismo no es un nosumo.
Definiciones y términos que no figuran en el diccionario ("Exonario" no figura en el diccionario, pero sí figura en Exonario)
viernes, 27 de noviembre de 2009
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Odontonigar
(Verbo. Del griego odoús = diente, dentadura y anoígo = abrir. Sustantivo: odontonoiga)
Abrir o destapar algo utilizando los dientes.
Los odontólogos recomiendan no odontonigar, pero muchas veces tenemos las dos manos ocupadas y la boca puede sernos de mucha ayuda para desenroscar, destapar o tironear de algo.
Algunas personas hacen gala de su odontonoiga: confiesan que son capaces de abrir botellas, sacar corchos o desenroscar bulones oxidados con la sola fuerza de sus mandíbulas apretadas.
El término se utiliza, por extensión, para referirse a cualquier acción de apertura o destapamiento de algo de una manera insólita, utilizando sólo el cuerpo como herramienta. Se odontoniga si se es capaz de destapar una botella con la cuenca del ojo, o desenroscar un bulón con la axila, o quitar el seguro de una granada con sólo mirarlo fijamente.
Abrir o destapar algo utilizando los dientes.
Los odontólogos recomiendan no odontonigar, pero muchas veces tenemos las dos manos ocupadas y la boca puede sernos de mucha ayuda para desenroscar, destapar o tironear de algo.
Algunas personas hacen gala de su odontonoiga: confiesan que son capaces de abrir botellas, sacar corchos o desenroscar bulones oxidados con la sola fuerza de sus mandíbulas apretadas.
El término se utiliza, por extensión, para referirse a cualquier acción de apertura o destapamiento de algo de una manera insólita, utilizando sólo el cuerpo como herramienta. Se odontoniga si se es capaz de destapar una botella con la cuenca del ojo, o desenroscar un bulón con la axila, o quitar el seguro de una granada con sólo mirarlo fijamente.
martes, 24 de noviembre de 2009
Hebomorfia
(Sustantivo. Del griego Hebe = diosa de la juventud y morphé = forma. Adjetivo: hebomórfico,a)
Apariencia de juventud.
La mayoría de las personas jóvenes tienen hebomorfia: no sólo son jóvenes, sino que también lo parecen en sus actitudes, sus rasgos, sus expresiones y su vestimenta. Existen, desde luego, muchas personas que aun siendo jóvenes no tienen esa apariencia. Si existen niños desenchangados, también pueden existir jóvenes sin hebomorfia.
La hebomorfia se asocia con una vida despreocupada, ingenua, sin ataduras, sin grandes decisiones ni tragedias.
Existen dos variantes fundamentales de la hebomorfia: la partenomorfia (del griego parthenos = doncella) y la efebomorfia (del griego ephebós = mancebo). La primera variante (la partenomorfia) se aplica a las mujeres que, a pesar del paso de los años, aparentan ser mucho menores. La efebofilia se aplica a los hombres. A veces el pelo largo, la ropa ceñida, cierta firmeza de busto y de trasero pueden dar la errónea impresión de que una persona es muy joven cuando en verdad no lo es.
La verdadera edad de los hebomórficos muchas veces se delata en las expresiones faciales. El cuerpo puede engañar a nuestra vista, pero la dureza de facciones que da al rostro el paso de los años es casi imposible de disimular. Por eso, a veces, perseguimos una figura hebomórfica mientras está de espaldas, pero nos sentimos defraudados y hasta estafados cuando vemos de frente a quien creíamos era una doncella virginal (o un joven musculoso) y descubrimos su avanzada edad. Algunas partes del cuerpo de una partenomórfica / un efebomórfico dicen "veinte años", pero el rostro no se calla su "más de cuarenta y cinco, tres hijos, dos divorcios, un enfisema, seis conversiones religiosas y ocho votaciones a partidos políticos de ultraderecha"
viernes, 20 de noviembre de 2009
EXONARIO CUMPLE AÑOS
Señoras y señores, tengo el agrado de comunicar que este blog, pasito a paso, ha cumplido sus TRES AÑOS.
Exonario se ha mantenido con el mismo ritmo y entusiasmo que al principio: casi a razón de una palabra por día hábil.
Ha sobrevivido a su hermano mayor, Monstruos y Berenjenas, quien después de un par de resurrecciones cayó en un largo letargo (del que pronto se despertará)
Se mantiene cabeza a cabeza con Questasbuscando, el blog que comparto con mi (¿desaparecido?) amigo The Bug.
Exonario ha superado mis expectativas en cuanto a éxito y productividad.
- Todavía tengo "en espera" más de doscientas palabras, y cada día se me ocurren algunas nuevas.
- Gracias a una nota en diario Crítica, me hicieron una cantidad incontable de otras notas (radiales, televisivas, en medios gráficos), tal como lo anuncié en este post y en este.
- Las notas trascendieron las fronteras argentinas, y muchos diarios digitales mejicanos, españoles, venezolanos y peruanos reprodujeron algunas de las entrevistas.
- Parece que Petinatto leyó algunas palabras de este blog en su programa de radio.
- He recibido algunas propuestas de publicación parcial, y algún atisbo de propuesta de publicación en una editorial importante (Hasta ahora, esto último no ha avanzado un milíimetro, pero no pierdo las esperanzas)
Curiosidad: En algunas entrevistas me hicieron las siguientes preguntas / observaciones absurdas o desconcertantes:
- ¿Es verdad que tuviste problemas con la Real Academia Española?
- ¿Así que la Real Academia Española no quiso aceptarte tus palabras?
- ¿Le tenés que pedir permiso a la Real Academia Española para hacer tu blog?
- ¿Estás inventando un idioma paralelo?
- ¿Por qué estaría obligado yo a usar tus palabras?
- Pero al final... ¡Las palabras de tu blog son inventadas!
- Estas palabras que inventás, ¿las copiás de algún lado?
- ¿Qué palabra de las que inventaste se usaba antes de que la inventaras?
- ¿Hay alguna definición que todavía no se te haya ocurrido?
- Mirá, te tiro una palabrita, agregala al Exonario: "Boluforro" (o "Putiguacho", o similares combinaciones de insultos)
Y la infaltable:
- Tenés mucho tiempo libre, ¿no?
Otras curiosidades:
* El lector Julio David Auster ha sido el más entusiasta, frecuente y prolífico colaborador de este blog.
* Gracias a la difusión de este blog, una persona se comunicó conmigo para dejar el enlace a un proyecto parecido a Exonario. Les dejo el link. El blog es "cómo rompe las palabras". Hay definiciones fabulosas e insuperables (Increíble la de "la forma en la que nos imaginamos la casa de otro antes de conocerla.").
* Exonario ya lleva publicadas novecientas palabras.
* A pesar de las sensatas recomendaciones, el formato de la plantilla de este blog nunca ha sido cambiado.
* Tengo en lista de espera algunas palabras que me resisto a publicar porque quisiera reservarlas para una edición impresa de Exonario. Algunas de esas palabras fueron inventadas el mismo día en que inauguré Exonario, es decir, hace exactamente tres años. Palabras como coprocinético, eumecanocosmia, lexozoísmo, usolexia, genitrio, todavía no han aparecido en Exonario. Sus definiciones (que no voy a revelar ahora) me parecen buenas, y por eso las dejo añejar hasta que aparezca alguna propuesta que exceda el marco de este blog. ¿Una ambición sin sentido? Sin duda. Pero ya bastante poco sentido tiene inventar palabritas.
MUCHAS GRACIAS A TODOS USTEDES.
Sin lectores y sin comentarios este blog no existe.
¡Salud!
En esta foto pueden ver una parte de los papelitos en los que anoto palabras y / o definiciones. También, hay algunas ideas para Monstruos y Berenjenas. Cada papelito está escrito en los bordes, en el anverso, en el reverso. Entre ellos hay un cuaderno, la mayoría de cuyas páginas contienen palabras o definiciones:
Exonario se ha mantenido con el mismo ritmo y entusiasmo que al principio: casi a razón de una palabra por día hábil.
Ha sobrevivido a su hermano mayor, Monstruos y Berenjenas, quien después de un par de resurrecciones cayó en un largo letargo (del que pronto se despertará)
Se mantiene cabeza a cabeza con Questasbuscando, el blog que comparto con mi (¿desaparecido?) amigo The Bug.
Exonario ha superado mis expectativas en cuanto a éxito y productividad.
- Todavía tengo "en espera" más de doscientas palabras, y cada día se me ocurren algunas nuevas.
- Gracias a una nota en diario Crítica, me hicieron una cantidad incontable de otras notas (radiales, televisivas, en medios gráficos), tal como lo anuncié en este post y en este.
- Las notas trascendieron las fronteras argentinas, y muchos diarios digitales mejicanos, españoles, venezolanos y peruanos reprodujeron algunas de las entrevistas.
- Parece que Petinatto leyó algunas palabras de este blog en su programa de radio.
- He recibido algunas propuestas de publicación parcial, y algún atisbo de propuesta de publicación en una editorial importante (Hasta ahora, esto último no ha avanzado un milíimetro, pero no pierdo las esperanzas)
Curiosidad: En algunas entrevistas me hicieron las siguientes preguntas / observaciones absurdas o desconcertantes:
- ¿Es verdad que tuviste problemas con la Real Academia Española?
- ¿Así que la Real Academia Española no quiso aceptarte tus palabras?
- ¿Le tenés que pedir permiso a la Real Academia Española para hacer tu blog?
- ¿Estás inventando un idioma paralelo?
- ¿Por qué estaría obligado yo a usar tus palabras?
- Pero al final... ¡Las palabras de tu blog son inventadas!
- Estas palabras que inventás, ¿las copiás de algún lado?
- ¿Qué palabra de las que inventaste se usaba antes de que la inventaras?
- ¿Hay alguna definición que todavía no se te haya ocurrido?
- Mirá, te tiro una palabrita, agregala al Exonario: "Boluforro" (o "Putiguacho", o similares combinaciones de insultos)
Y la infaltable:
- Tenés mucho tiempo libre, ¿no?
Otras curiosidades:
* El lector Julio David Auster ha sido el más entusiasta, frecuente y prolífico colaborador de este blog.
* Gracias a la difusión de este blog, una persona se comunicó conmigo para dejar el enlace a un proyecto parecido a Exonario. Les dejo el link. El blog es "cómo rompe las palabras". Hay definiciones fabulosas e insuperables (Increíble la de "la forma en la que nos imaginamos la casa de otro antes de conocerla.").
* Exonario ya lleva publicadas novecientas palabras.
* A pesar de las sensatas recomendaciones, el formato de la plantilla de este blog nunca ha sido cambiado.
* Tengo en lista de espera algunas palabras que me resisto a publicar porque quisiera reservarlas para una edición impresa de Exonario. Algunas de esas palabras fueron inventadas el mismo día en que inauguré Exonario, es decir, hace exactamente tres años. Palabras como coprocinético, eumecanocosmia, lexozoísmo, usolexia, genitrio, todavía no han aparecido en Exonario. Sus definiciones (que no voy a revelar ahora) me parecen buenas, y por eso las dejo añejar hasta que aparezca alguna propuesta que exceda el marco de este blog. ¿Una ambición sin sentido? Sin duda. Pero ya bastante poco sentido tiene inventar palabritas.
MUCHAS GRACIAS A TODOS USTEDES.
Sin lectores y sin comentarios este blog no existe.
¡Salud!
En esta foto pueden ver una parte de los papelitos en los que anoto palabras y / o definiciones. También, hay algunas ideas para Monstruos y Berenjenas. Cada papelito está escrito en los bordes, en el anverso, en el reverso. Entre ellos hay un cuaderno, la mayoría de cuyas páginas contienen palabras o definiciones:
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Micróteo
(Sustantivo. Del griego mycrós = pequeño y theós = divino)
Dios de tamaño mínimo.
El micróteo es micropotente y su existencia es localizable en el espacio. Su tamaño es casi matemáticamente mínimo: es tan pequeño como para que no le quepa algo dentro de sí, pero tan grande como para no confundirse con un punto sin dimensiones. El micróteo es poderoso: tiene control absoluto sobre las partículas que lo rodean, aunque su alcance no va más allá de lo que está inmediatamente a su alrededor. De hecho, todo nuestro universo es obra de un micróteo: él hizo estallar en un big bang ese minúsculo e inconcebible átomo primigenio que luego se convirtió en el cosmos.
La hipótesis de un micróteo (o de varios micróteos) puede explicar mejor algunas inconsistencias de las clásicas teorías sobre lo divino. Si Dios es omnipotente, y si es todo acto, ¿por qué no actúa de todas las maneras posibles? En otras palabras, si Dios todo lo puede, ¿por qué no todo lo hace? La omnipotencia en conjunción con la actuación pura implican que cualquier cosa concebible debería existir efectivamente. Dicho en otras palabras, ¿por qué no hay milagros continuos? Un dios omnipotente debería estar actuando en el mundo, produciendo cambios visibles.
Si aceptamos la hipótesis del micróteo podremos decir: los milagros ocurren. El micróteo está actuando continuamente, pero su acción es local. Interviene provocando reacciones químicas gracias al movimiento de unas pocas partículas. O devuelve a una estrella parte de los fotones que fueron expulsadas por ella: así, actúa revirtiendo la entropía, aunque de manera parcial e imperceptible.
Por supuesto, también esta tesis tiene objeciones. Si un micróteo hizo estallar el Big Bang, ¿por qué no crea nuevos universos a cada segundo, a partir de cualquier partícula de materia? La respuesta posible a este razonamiento es que efectivamente, el micróteo crea universos, sólo que éstos se desenvuelven en una espacialidad transversal, perpendicular a la nuestra. Además, es de esperar que esos universos creados en las rasgaduras del nuestro, no tengan las propiedades físicas habituales, de modo que es muy posible que ni siquiera podamos percibirlos. Finalmente, existe una asombrosa teoría según la cual los universos creados a cada instante por el micróteo son implosivos, no explosivos. Los cuantos de materia estallarían hacia adentro, y en esa inconcebible interioridad (de tamaño negativo) se desarrollarían universos cuyas leyes físicas ni siquiera pueden conjeturarse.
Dios de tamaño mínimo.
El micróteo es micropotente y su existencia es localizable en el espacio. Su tamaño es casi matemáticamente mínimo: es tan pequeño como para que no le quepa algo dentro de sí, pero tan grande como para no confundirse con un punto sin dimensiones. El micróteo es poderoso: tiene control absoluto sobre las partículas que lo rodean, aunque su alcance no va más allá de lo que está inmediatamente a su alrededor. De hecho, todo nuestro universo es obra de un micróteo: él hizo estallar en un big bang ese minúsculo e inconcebible átomo primigenio que luego se convirtió en el cosmos.
La hipótesis de un micróteo (o de varios micróteos) puede explicar mejor algunas inconsistencias de las clásicas teorías sobre lo divino. Si Dios es omnipotente, y si es todo acto, ¿por qué no actúa de todas las maneras posibles? En otras palabras, si Dios todo lo puede, ¿por qué no todo lo hace? La omnipotencia en conjunción con la actuación pura implican que cualquier cosa concebible debería existir efectivamente. Dicho en otras palabras, ¿por qué no hay milagros continuos? Un dios omnipotente debería estar actuando en el mundo, produciendo cambios visibles.
Si aceptamos la hipótesis del micróteo podremos decir: los milagros ocurren. El micróteo está actuando continuamente, pero su acción es local. Interviene provocando reacciones químicas gracias al movimiento de unas pocas partículas. O devuelve a una estrella parte de los fotones que fueron expulsadas por ella: así, actúa revirtiendo la entropía, aunque de manera parcial e imperceptible.
Por supuesto, también esta tesis tiene objeciones. Si un micróteo hizo estallar el Big Bang, ¿por qué no crea nuevos universos a cada segundo, a partir de cualquier partícula de materia? La respuesta posible a este razonamiento es que efectivamente, el micróteo crea universos, sólo que éstos se desenvuelven en una espacialidad transversal, perpendicular a la nuestra. Además, es de esperar que esos universos creados en las rasgaduras del nuestro, no tengan las propiedades físicas habituales, de modo que es muy posible que ni siquiera podamos percibirlos. Finalmente, existe una asombrosa teoría según la cual los universos creados a cada instante por el micróteo son implosivos, no explosivos. Los cuantos de materia estallarían hacia adentro, y en esa inconcebible interioridad (de tamaño negativo) se desarrollarían universos cuyas leyes físicas ni siquiera pueden conjeturarse.
martes, 17 de noviembre de 2009
Emblandescer
(Del latín blanditia = caricia y scindo = cortar. Sustantivo: emblandescencia )
Dar una caricia excesivamente bruta o a contrapelo.
Las personas mayores ( y los niños pequeños) suelen acariciar a los niños sin tener en cuenta la línea del vorticipio ni el orden del peinado del cabello. Si bien en estos casos queda clara la intención de prodigar una demostración de afecto, la ejecución del acto es torpe y a veces tiene consecuencias dolorosas. El término también se aplica a los animales: se los puede acariciar suavemente, o emblandescer.
No siempre la emblandescencia se realiza para demostrar afecto. A veces la caricia bruta es una señal de impaciencia, de hastío o de falta de amor. Una mujer le puede reprochar a su marido: "Hace tiempo que no me acariciás; todo lo que recibo de vos son emblandescencias". El marido puede retrucar: "Te emblandezco para no darte sancachazos en la cabeza, fiambra".
Nunca celebraríamos, desde luego, que dos personas utilizaran las palabras de Exonario para demostrar su desamor.
Dar una caricia excesivamente bruta o a contrapelo.
Las personas mayores ( y los niños pequeños) suelen acariciar a los niños sin tener en cuenta la línea del vorticipio ni el orden del peinado del cabello. Si bien en estos casos queda clara la intención de prodigar una demostración de afecto, la ejecución del acto es torpe y a veces tiene consecuencias dolorosas. El término también se aplica a los animales: se los puede acariciar suavemente, o emblandescer.
No siempre la emblandescencia se realiza para demostrar afecto. A veces la caricia bruta es una señal de impaciencia, de hastío o de falta de amor. Una mujer le puede reprochar a su marido: "Hace tiempo que no me acariciás; todo lo que recibo de vos son emblandescencias". El marido puede retrucar: "Te emblandezco para no darte sancachazos en la cabeza, fiambra".
Nunca celebraríamos, desde luego, que dos personas utilizaran las palabras de Exonario para demostrar su desamor.
lunes, 16 de noviembre de 2009
Teripete
(Adjetivo. Del latín te = pronombre acusativo de segunda persona del singular y eripio = salvar)
Dícese de quien da soluciones que no funcionan.
El teripete nos consigue una cita con un médico. Supuestamente ya está todo arreglado: sólo hay que llamar al doctor para acordar el día y el horario. "Yo ya le hablé, vos quedate tranquilo, él te va a atender en esta semana". Cuando nosotros llamamos por teléfono, la secretaria insiste en que no hay turnos de aquí a tres meses. Pedimos hablar con el doctor, invocamos el nombre de nuestro amigo, pero no hay caso. A pesar de que agradecimos infinitamente a nuestro amigo teripete, la solución a nuestro problema nunca se concretó.
"Te conseguí trabajo". "Al final, conseguí la beca que tanto querías". "Mirá, en este link podés bajarte la película que hace tiempo no podías encontrar". El teripete nos hace esos anuncios grandilocuentes cuyas consecuencias podrían solucionarnos la vida o alegrarnos un poco. Sin embargo, cuando queremos concretar lo que nos fue anunciado, el puesto de trabajo ya fue ocupado por otra persona, la beca al final no era una beca porque había que pagarla, y el link para la película estaba equivocado.
Conviene destacar que el teripete trata de solucionar problemas que no son "de su rubro". En otras palabras, si nuestro amigo es almacenero, cirujano, docente o cantante, nos suele conseguir soluciones para problemas que no tienen nada que ver con su ámbito habitual de trabajo, influencias y de contactos.
A veces tenemos la oportunidad de señalarle sus errores. Sin embargo, él apela a nuestra inoperancia: "yo te había dejado todo arreglado... ¿Seguro que hiciste bien lo que yo te dije?"
El teripete va por la vida cosechando elogios y agradecimientos, y quizás esté convencido de que le ha dado una mano genuina a quienes lo rodean. Habría que desconfiar, sin embargo, de quien se nos aparece ocasionalmente con soluciones para problemas por los que venimos luchando durante mucho tiempo. Si durante años uno busca un trabajo o una casa para alquilar, es sospechoso que un pariente o un amigo nos dé la solución de un día para el otro sin esfuerzo y casi con despreocupación.
El teripete nos hace sentir doblemente humillados y frustrados. La primera humillación la recibimos cuando le agradecemos prematuramente. La segunda, cuando invocamos su nombre como llave de nuestra solución, pero quienes nos escuchan dicen no conocerlo o no saber de qué les hablamos. La frustración también es doble: la que ya traíamos, sumada a la congoja de saber que, después de una breve esperanza, otro de nuestros proyectos sigue sin cumplirse.
Es ingenuidad creer que el teripete siempre se equivoca o simplemente es un distraído. A veces hay mucha maldad en sus desaprensivos anuncios de solución. Los dobletes de humillación y frustración que vienen como consecuencia de la indolente acción del teripete, muchas veces son efectos deseados y calculados por él.
Hay puntos de contacto entre el chinchulero y el teripete. El primero, sin embargo, se limita a chismes sin relevancia y todo lo que logra es una discutible ventaja argumentativa. El segundo va por el mundo esgrimiendo algo más que un chisme: sus palabras pueden arruinarle la vida a quien van dirigidas.
Dícese de quien da soluciones que no funcionan.
El teripete nos consigue una cita con un médico. Supuestamente ya está todo arreglado: sólo hay que llamar al doctor para acordar el día y el horario. "Yo ya le hablé, vos quedate tranquilo, él te va a atender en esta semana". Cuando nosotros llamamos por teléfono, la secretaria insiste en que no hay turnos de aquí a tres meses. Pedimos hablar con el doctor, invocamos el nombre de nuestro amigo, pero no hay caso. A pesar de que agradecimos infinitamente a nuestro amigo teripete, la solución a nuestro problema nunca se concretó.
"Te conseguí trabajo". "Al final, conseguí la beca que tanto querías". "Mirá, en este link podés bajarte la película que hace tiempo no podías encontrar". El teripete nos hace esos anuncios grandilocuentes cuyas consecuencias podrían solucionarnos la vida o alegrarnos un poco. Sin embargo, cuando queremos concretar lo que nos fue anunciado, el puesto de trabajo ya fue ocupado por otra persona, la beca al final no era una beca porque había que pagarla, y el link para la película estaba equivocado.
Conviene destacar que el teripete trata de solucionar problemas que no son "de su rubro". En otras palabras, si nuestro amigo es almacenero, cirujano, docente o cantante, nos suele conseguir soluciones para problemas que no tienen nada que ver con su ámbito habitual de trabajo, influencias y de contactos.
A veces tenemos la oportunidad de señalarle sus errores. Sin embargo, él apela a nuestra inoperancia: "yo te había dejado todo arreglado... ¿Seguro que hiciste bien lo que yo te dije?"
El teripete va por la vida cosechando elogios y agradecimientos, y quizás esté convencido de que le ha dado una mano genuina a quienes lo rodean. Habría que desconfiar, sin embargo, de quien se nos aparece ocasionalmente con soluciones para problemas por los que venimos luchando durante mucho tiempo. Si durante años uno busca un trabajo o una casa para alquilar, es sospechoso que un pariente o un amigo nos dé la solución de un día para el otro sin esfuerzo y casi con despreocupación.
El teripete nos hace sentir doblemente humillados y frustrados. La primera humillación la recibimos cuando le agradecemos prematuramente. La segunda, cuando invocamos su nombre como llave de nuestra solución, pero quienes nos escuchan dicen no conocerlo o no saber de qué les hablamos. La frustración también es doble: la que ya traíamos, sumada a la congoja de saber que, después de una breve esperanza, otro de nuestros proyectos sigue sin cumplirse.
Es ingenuidad creer que el teripete siempre se equivoca o simplemente es un distraído. A veces hay mucha maldad en sus desaprensivos anuncios de solución. Los dobletes de humillación y frustración que vienen como consecuencia de la indolente acción del teripete, muchas veces son efectos deseados y calculados por él.
Hay puntos de contacto entre el chinchulero y el teripete. El primero, sin embargo, se limita a chismes sin relevancia y todo lo que logra es una discutible ventaja argumentativa. El segundo va por el mundo esgrimiendo algo más que un chisme: sus palabras pueden arruinarle la vida a quien van dirigidas.
viernes, 13 de noviembre de 2009
Chinchulero,a
(Adjetivo. Posiblemente del latín cimex = chinche, de donde se deriva "chisme")
Dícese de quien tiene la noticia supuestamente correcta acerca de un chisme.
El chinchulero esgrime datos precisos con arrogancia y suficiencia: él tiene la posta. "Fabián Gianola es puto, eso es así". "La presidenta quiere renunciar desde hace rato". "A Julio Bocca lo echaron del Colón por ir a bailar borracho". A pesar de que se le esgrimen argumentos para atenuar o poner en duda esas afirmaciones, el chinchulero los desestima: él obtiene su conocimiento por una supuesta fuente a la que no tenemos acceso. Con pretensión de ser infalible, el chinchulero desprecia opiniones que lo contradicen y, si hace falta, incluye más precisiones para hacernos ver que su posición es la única que adoptaría alguien que sabe. Juega con el grado de indeterminación que suelen tener todos los chismes: en última instancia, es imposible corroborar datos en cualquier tema del que sólo hay rumores. En la falta de corroboración está la fuerza del chinchulero: a menos que le muestren pruebas "de primera mano", y no simples contraargumentos, el chinchulero puede defender su posición alegando la superioridad de la fuente.
Desde luego, jamás revela cuáles son sus fuentes: ahí perdería toda su fuerza, porque su noticia se convertiría en una simple opinión más.
Dícese de quien tiene la noticia supuestamente correcta acerca de un chisme.
El chinchulero esgrime datos precisos con arrogancia y suficiencia: él tiene la posta. "Fabián Gianola es puto, eso es así". "La presidenta quiere renunciar desde hace rato". "A Julio Bocca lo echaron del Colón por ir a bailar borracho". A pesar de que se le esgrimen argumentos para atenuar o poner en duda esas afirmaciones, el chinchulero los desestima: él obtiene su conocimiento por una supuesta fuente a la que no tenemos acceso. Con pretensión de ser infalible, el chinchulero desprecia opiniones que lo contradicen y, si hace falta, incluye más precisiones para hacernos ver que su posición es la única que adoptaría alguien que sabe. Juega con el grado de indeterminación que suelen tener todos los chismes: en última instancia, es imposible corroborar datos en cualquier tema del que sólo hay rumores. En la falta de corroboración está la fuerza del chinchulero: a menos que le muestren pruebas "de primera mano", y no simples contraargumentos, el chinchulero puede defender su posición alegando la superioridad de la fuente.
Desde luego, jamás revela cuáles son sus fuentes: ahí perdería toda su fuerza, porque su noticia se convertiría en una simple opinión más.
jueves, 12 de noviembre de 2009
Hermenefélico, a
(Adjetivo. Del griego hermenías = interpretación y neféle = nube)
Persona que interpreta con precisión los enunciados vagos.
Al hermenefélico le dicen "alcanzame eso ahí", y él entiende a la perfección "alcanzame la cuchara de la izquierda, la que está junto a la cuarta taza de porcelana y luego ponelo en el extremo superior de una de las estanterías, orientada con dirección al oeste". El problema es que quizás no le pedían eso: quizás la persona que le dio la orden inespecífica no se refería a esa cuchara ni a esa estantería, sino al frasco de pastillas para la presión.
El hermenefélico nunca pide indicaciones claras y rigurosas, porque cree que entiende con claridad. Todo lo que su interlocutor omite, él lo infiere y lo da por entendido. El hermenefélico pregunta: "¿Te compraste el auto?". Un interlocutor vago responde: "Uy, mirá... Pfff", haciendo un gesto entre enfadado y feliz. El hermenefélico infiere: "Se compró el auto, pero lo consiguió un poco más caro de lo que le habían dicho al principio pero por suerte le bonificaron el seguro por un año. Cuando salió de la concesionario chocó y ahora tiene que pagar dos mil quinientos pesos para hacerle la trompa nueva, porque el seguro todavía no lo estaba cubriendo"
La hermenefelia puede ser una gran virtud cuando el interlocutor no sólo es impreciso para comunicarse, sino cuando ni siquiera sabe lo que quiso decir. Un hermenefélico es alguien que "pasa en limpio" los borradores de gruñidos y gestos inarticulados. Sin embargo, muchas veces sólo se encarga de hacer interpretaciones malévolas a partir de palabras o gestos poco significativos. Si alguien levanta una ceja involuntariamente, él a partir de eso interpreta toda una escena compleja llena de peripecias, desengaños, lágrimas reprimidas y maldiciones.
Existe otra acepción de este término:
1. Persona que encuentra formas muy sofisticadas en las nubes.
Las nubídeas muy complejas pueden ser vistas en el cielo por un hermenefélico: "Mirá, esa nube se parece a los pliegues de la cortina del baño de tu casa". "Esa otra nube es igual a la mancha de humedad que tenías en la cocina antes de que pintaras".
(Los nombres de las constelaciones debieron ser puestos por hermenefélicos de las estrellas. Quizás necesitemos una palabra nueva, porque "nefele" significa "nube". "Hermenastérico" [hermenías, áster] parece más adecuada, pero podemos seguir usando "hermenefélico" por metonimia)
Persona que interpreta con precisión los enunciados vagos.
Al hermenefélico le dicen "alcanzame eso ahí", y él entiende a la perfección "alcanzame la cuchara de la izquierda, la que está junto a la cuarta taza de porcelana y luego ponelo en el extremo superior de una de las estanterías, orientada con dirección al oeste". El problema es que quizás no le pedían eso: quizás la persona que le dio la orden inespecífica no se refería a esa cuchara ni a esa estantería, sino al frasco de pastillas para la presión.
El hermenefélico nunca pide indicaciones claras y rigurosas, porque cree que entiende con claridad. Todo lo que su interlocutor omite, él lo infiere y lo da por entendido. El hermenefélico pregunta: "¿Te compraste el auto?". Un interlocutor vago responde: "Uy, mirá... Pfff", haciendo un gesto entre enfadado y feliz. El hermenefélico infiere: "Se compró el auto, pero lo consiguió un poco más caro de lo que le habían dicho al principio pero por suerte le bonificaron el seguro por un año. Cuando salió de la concesionario chocó y ahora tiene que pagar dos mil quinientos pesos para hacerle la trompa nueva, porque el seguro todavía no lo estaba cubriendo"
La hermenefelia puede ser una gran virtud cuando el interlocutor no sólo es impreciso para comunicarse, sino cuando ni siquiera sabe lo que quiso decir. Un hermenefélico es alguien que "pasa en limpio" los borradores de gruñidos y gestos inarticulados. Sin embargo, muchas veces sólo se encarga de hacer interpretaciones malévolas a partir de palabras o gestos poco significativos. Si alguien levanta una ceja involuntariamente, él a partir de eso interpreta toda una escena compleja llena de peripecias, desengaños, lágrimas reprimidas y maldiciones.
Existe otra acepción de este término:
1. Persona que encuentra formas muy sofisticadas en las nubes.
Las nubídeas muy complejas pueden ser vistas en el cielo por un hermenefélico: "Mirá, esa nube se parece a los pliegues de la cortina del baño de tu casa". "Esa otra nube es igual a la mancha de humedad que tenías en la cocina antes de que pintaras".
(Los nombres de las constelaciones debieron ser puestos por hermenefélicos de las estrellas. Quizás necesitemos una palabra nueva, porque "nefele" significa "nube". "Hermenastérico" [hermenías, áster] parece más adecuada, pero podemos seguir usando "hermenefélico" por metonimia)
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Dolfablo
(Sustantivo masculino. Del griego adelphós = hermano y blémma = mirada)
Mirada de reconocimiento a otra persona que ocupa el mismo espacio físico.
En los encuentros casuales por la calle, en la cola del supermercado o en una sala de espera, está permitido que dos personas se miren durante una fracción de segundo sin que esa mirada sea considerada impertinente o libidinosa. Ese rápido y fugaz encuentro con el otro es el dolfablo.
El dolfablo es casi inconsciente. De hecho, es difícil recordar el rostro de aquel desconocido que vimos cruzarse delante de nosotros por la calle hace diez minutos. Sin embargo, ambos levantamos la mirada y nos vimos a los ojos.
Si la vista del otro se detiene por más de un segundo en alguna parte de nuestro cuerpo, ya nos sentiremos incómodos. La mirada del otro no busca reconocernos; ahora busca algo más. Quizás regodearse en nuestros defectos, excitar alguna fantasía o simplemente entablar un diálogo.
A veces las mujeres no reconocen el dolfablo; creen que las están mirando con lujuria y actúan tapándose el escote o bajándose la pollera. Ese es el caso de las pataqueras.
Mirada de reconocimiento a otra persona que ocupa el mismo espacio físico.
En los encuentros casuales por la calle, en la cola del supermercado o en una sala de espera, está permitido que dos personas se miren durante una fracción de segundo sin que esa mirada sea considerada impertinente o libidinosa. Ese rápido y fugaz encuentro con el otro es el dolfablo.
El dolfablo es casi inconsciente. De hecho, es difícil recordar el rostro de aquel desconocido que vimos cruzarse delante de nosotros por la calle hace diez minutos. Sin embargo, ambos levantamos la mirada y nos vimos a los ojos.
Si la vista del otro se detiene por más de un segundo en alguna parte de nuestro cuerpo, ya nos sentiremos incómodos. La mirada del otro no busca reconocernos; ahora busca algo más. Quizás regodearse en nuestros defectos, excitar alguna fantasía o simplemente entablar un diálogo.
A veces las mujeres no reconocen el dolfablo; creen que las están mirando con lujuria y actúan tapándose el escote o bajándose la pollera. Ese es el caso de las pataqueras.
lunes, 9 de noviembre de 2009
Peniplasta
(Sustantivo. Del griego peína = hambre y plasté = modelado)
Necesidad de aplastar o reventar objetos.
Mientras caminamos aparece en la vereda, justo delante de nuestro paso, un envase de jugo tetra brick vacío. En ese momento descubrimos una necesidad física de aplastar la caja hasta que haga un sonido seco. Si ignoramos el obstáculo y seguimos de largo, sentiremos que nuestro pie se quedó con las ganas de algo: la sensación tensa, deliciosa y definitiva de haber destruido algo con una minúscula explosión. Cuando eludimos nuestro objeto de peniplasta nos queda la sospecha de que por fin teníamos una misión en el universo, pero nos negamos a cumplirla.
La peniplasta se siente también cuando se desea aplastar granos, globos o bolsitas de polietileno con burbujas. Quizás se convierta en una perversión cuando el objeto de la peniplasta es una persona, una nación o una raza. "Los voy a aplastar como a una cucaracha" es una frase que denota peniplasta perversa: no sólo porque, por lo general, se dirige a personas sino también porque el propio placer por reventar cucarachas es de por sí perverso.
Si todo explotara, la vida en nuestro mundo sería aun más peligrosa. Sin embargo, según la ley de Ruckert, nada es lo suficientemente pequeño como para no poder explotar violentamente. Quienes sienten peniplasta desearían que las cosas se comportaran como si estuvieran a punto de explotar, y ellos sólo le darían el empujecito necesario para que la naturaleza marche correctamente.
Necesidad de aplastar o reventar objetos.
Mientras caminamos aparece en la vereda, justo delante de nuestro paso, un envase de jugo tetra brick vacío. En ese momento descubrimos una necesidad física de aplastar la caja hasta que haga un sonido seco. Si ignoramos el obstáculo y seguimos de largo, sentiremos que nuestro pie se quedó con las ganas de algo: la sensación tensa, deliciosa y definitiva de haber destruido algo con una minúscula explosión. Cuando eludimos nuestro objeto de peniplasta nos queda la sospecha de que por fin teníamos una misión en el universo, pero nos negamos a cumplirla.
La peniplasta se siente también cuando se desea aplastar granos, globos o bolsitas de polietileno con burbujas. Quizás se convierta en una perversión cuando el objeto de la peniplasta es una persona, una nación o una raza. "Los voy a aplastar como a una cucaracha" es una frase que denota peniplasta perversa: no sólo porque, por lo general, se dirige a personas sino también porque el propio placer por reventar cucarachas es de por sí perverso.
Si todo explotara, la vida en nuestro mundo sería aun más peligrosa. Sin embargo, según la ley de Ruckert, nada es lo suficientemente pequeño como para no poder explotar violentamente. Quienes sienten peniplasta desearían que las cosas se comportaran como si estuvieran a punto de explotar, y ellos sólo le darían el empujecito necesario para que la naturaleza marche correctamente.
domingo, 8 de noviembre de 2009
Refurtar
(Palabra y definición enviadas por Francisco Falomir)
Verbo. Del catalán "Furtar" (Robar)
Regalar un objeto personal a alguien, diciendo “De verdad, quédatelo, a mi no me hace ninguna falta ya” y al cabo de un tiempo arrepentirse y pedir que lo devuelvan apoyándose en la antigua propiedad.
Robas doblemente, porque robas el regalo realizado y el objeto en sí mismo.
sábado, 7 de noviembre de 2009
Escalopar / Escalopear
(Término y definición enviados por Wolfgang)
Escalopar (v. tr. de escalope con terminación verbal de 1ª conj.): celebrar que una persona ha terminado su carrera universitaria al rendir con éxito su última materia, arrojándole harina y huevos, en ordenada secuencia (harina primero, que permite que los huevos se puedan fijar sobre su superficie humana). También existe la forma:
Escalopear (v. tr., forma frecuentativa de escalopar): lo mismo que escalopar salvo que no se respeta la secuencia precisa harina-huevos, dado que muchas veces los amigos del neograduado no llegan al festejo todos al mismo tiempo, por lo que el amable ritual se repite una y otra vez.
viernes, 6 de noviembre de 2009
Noposia
(Sustantivo. Del latín non = no y possideo = poseer)
Sensación de que falta algo que en realidad se tiene.
Esta curiosa sensación se puede explicitar mejor con un ejemplo. Usted hace un conteo de los artefactos que tiene en su casa: televisor, computadora, impresora, heladera... Sabe que tiene todo eso, pero siente que en realidad no tiene heladera. "Si tuviera una heladera, podría guardar allí la comida". Uno fantasea con lo que haría si no careciera de ese artefacto.Sin embargo, tiene heladera y de hecho guarda allí la comida.
A veces soñamos durante mucho tiempo con algún artefacto. Pongamos por caso, un televisor LCD de cuarenta pulgadas. Una vez que lo tenemos, el sueño de tenerlo no se desvanece: sentimos la misma ansiedad por "comprarse un televisor LCD" que teníamos antes de comprarlo. Incluso nos ilusionamos con lo maravillosa que sería nuestra vida si tuviéramos el televisor LCD.
Esta misma sensación puede acaecernos con cuestiones simbólicas e institucionales: "Cómo quisiera tener el título de abogado", dice un abogado con noposia. "Mi sueño es algún día entrar a trabajar en la televisión", dice un famoso conductor televisivo.
La noposia es una sensación cercana al abaratramiento: las metas no se cumplen nunca aun siendo cumplidas. Una vez que estamos en la cima de la montaña, todavía queremos escalar esa misma montaña con la ilusión de llegar a la cima.
El término también podría derivarse de "non possum" (Literalmente: "no puedo"), y podría significar la sensación de que no se puede hacer aquello que efectivamente se está haciendo. "No puedo jugar al tenis", dice un tenista con noposia mientras gana importantes torneos. No debe confundirse con la nona: quien sufre noposia no siente que la próxima vez será incapaz de realizar algo, o que ya no está a la altura de realizaciones anteriores. El nopósico siente que no está ejecutando aquello que está ejecutando.
Sensación de que falta algo que en realidad se tiene.
Esta curiosa sensación se puede explicitar mejor con un ejemplo. Usted hace un conteo de los artefactos que tiene en su casa: televisor, computadora, impresora, heladera... Sabe que tiene todo eso, pero siente que en realidad no tiene heladera. "Si tuviera una heladera, podría guardar allí la comida". Uno fantasea con lo que haría si no careciera de ese artefacto.Sin embargo, tiene heladera y de hecho guarda allí la comida.
A veces soñamos durante mucho tiempo con algún artefacto. Pongamos por caso, un televisor LCD de cuarenta pulgadas. Una vez que lo tenemos, el sueño de tenerlo no se desvanece: sentimos la misma ansiedad por "comprarse un televisor LCD" que teníamos antes de comprarlo. Incluso nos ilusionamos con lo maravillosa que sería nuestra vida si tuviéramos el televisor LCD.
Esta misma sensación puede acaecernos con cuestiones simbólicas e institucionales: "Cómo quisiera tener el título de abogado", dice un abogado con noposia. "Mi sueño es algún día entrar a trabajar en la televisión", dice un famoso conductor televisivo.
La noposia es una sensación cercana al abaratramiento: las metas no se cumplen nunca aun siendo cumplidas. Una vez que estamos en la cima de la montaña, todavía queremos escalar esa misma montaña con la ilusión de llegar a la cima.
El término también podría derivarse de "non possum" (Literalmente: "no puedo"), y podría significar la sensación de que no se puede hacer aquello que efectivamente se está haciendo. "No puedo jugar al tenis", dice un tenista con noposia mientras gana importantes torneos. No debe confundirse con la nona: quien sufre noposia no siente que la próxima vez será incapaz de realizar algo, o que ya no está a la altura de realizaciones anteriores. El nopósico siente que no está ejecutando aquello que está ejecutando.
miércoles, 4 de noviembre de 2009
Titanestesia
(Sustantivo. Del griego titas = titán y aisthesis = sensación)
(Palabra y definición hechas en colaboración con Juan Ignacio Guarino)
Sensación de que alguna parte del cuerpo se ha vuelto gigante.
Esta extraña impresión sólo la han tenido algunas personas en muy contadas ocasiones. Estas personas refieren que están con los ojos cerrados, quizás acostados en la cama, y tienen la certeza de que su mano derecha o una pierna se han vuelto enormes, colosales. De hecho, las dimensiones del miembro agigantado no entrarían en la habitación. Al abrir los ojos, la persona confirma que su mano o su pierna tienen el mismo tamaño de siempre, pero la sensación de agigantamiento sigue allí.
A veces la titanestesia se proyecta más allá del propio cuerpo a ciertos objetos, y tenemos la sensación de que la mesa de luz, la cama o la habitación se han vuelto de tamaño inmenso.
La titanestesia suele ocurrir cuando se está acostado y después de algunas horas de sueño. Es una sensación tan idiosincrática que resulta difícil de comprender y de comunicar.
(Palabra y definición hechas en colaboración con Juan Ignacio Guarino)
Sensación de que alguna parte del cuerpo se ha vuelto gigante.
Esta extraña impresión sólo la han tenido algunas personas en muy contadas ocasiones. Estas personas refieren que están con los ojos cerrados, quizás acostados en la cama, y tienen la certeza de que su mano derecha o una pierna se han vuelto enormes, colosales. De hecho, las dimensiones del miembro agigantado no entrarían en la habitación. Al abrir los ojos, la persona confirma que su mano o su pierna tienen el mismo tamaño de siempre, pero la sensación de agigantamiento sigue allí.
A veces la titanestesia se proyecta más allá del propio cuerpo a ciertos objetos, y tenemos la sensación de que la mesa de luz, la cama o la habitación se han vuelto de tamaño inmenso.
La titanestesia suele ocurrir cuando se está acostado y después de algunas horas de sueño. Es una sensación tan idiosincrática que resulta difícil de comprender y de comunicar.
lunes, 2 de noviembre de 2009
Engripeta
(Adjetivo. No cambia de desinencia en el masculino. De gripe)
Dícese de la persona que continuamente tiene algún malestar.
Al engripeta lo invitamos a cenar o al cine, pero siempre responde: "estoy descompuesto", "me duele la cabeza", "tengo gripe" o "se me inflamó (alguna parte del cuerpo)". Sus malestares son menores y quienes lo escuchamos podemos pensar que son fingidos. Sin embargo, no se trata de hipocondría: el engripeta de verdad se siente mal, y sospecha (a veces con razón) que una reunión en algún lugar podría potenciar sus síntomas y hacerlo sentir aun peor. A veces se equivoca.
En el trabajo ya conocen sus "mañas", y jamás cuentan con él. "No, no me pidas que lleve eso. No sabés cómo tengo la espalda". "Uy, me quedaría hasta la noche, pero ando con un resfrío y mirá, no sé si tengo fiebre". Continuamente tiene malestares vagos que jamás confluyen en una enfermedad seria y declarada.
El engripeta tiene graves problemas cuando debe comunicar qué le pasa exactamente. Sabe que se marea si viaja en ómnibus; que le duele el estómago cuando toma bebidas muy frías, que la comida con grasa le hace mal, que el frío le da dolor de garganta. Quienes lo rodean sospechan de tantos cuidados y muchas veces le hacen sádicas bromas para "curarlo". Lo dejan desnudo en medio de la nieve; le dan de comer un sandwich de grasa o de hielo; lo suben a la calesita y la hacen girar a gran velocidad. Desde luego, el engripeta se siente mucho peor y a veces hay que pedir una ambulancia.
Es un error creer que el engripeta se inventa su malestar. A un nivel inconsciente, quizás, pueda haber algo que le "haga creer" en un malestar que en verdad "no tiene". Pero esta explicación es bastante espúrea: si me duele la cabeza por una razón "inconsciente", no por eso es mentira que me duele la cabeza.
Dícese de la persona que continuamente tiene algún malestar.
Al engripeta lo invitamos a cenar o al cine, pero siempre responde: "estoy descompuesto", "me duele la cabeza", "tengo gripe" o "se me inflamó (alguna parte del cuerpo)". Sus malestares son menores y quienes lo escuchamos podemos pensar que son fingidos. Sin embargo, no se trata de hipocondría: el engripeta de verdad se siente mal, y sospecha (a veces con razón) que una reunión en algún lugar podría potenciar sus síntomas y hacerlo sentir aun peor. A veces se equivoca.
En el trabajo ya conocen sus "mañas", y jamás cuentan con él. "No, no me pidas que lleve eso. No sabés cómo tengo la espalda". "Uy, me quedaría hasta la noche, pero ando con un resfrío y mirá, no sé si tengo fiebre". Continuamente tiene malestares vagos que jamás confluyen en una enfermedad seria y declarada.
El engripeta tiene graves problemas cuando debe comunicar qué le pasa exactamente. Sabe que se marea si viaja en ómnibus; que le duele el estómago cuando toma bebidas muy frías, que la comida con grasa le hace mal, que el frío le da dolor de garganta. Quienes lo rodean sospechan de tantos cuidados y muchas veces le hacen sádicas bromas para "curarlo". Lo dejan desnudo en medio de la nieve; le dan de comer un sandwich de grasa o de hielo; lo suben a la calesita y la hacen girar a gran velocidad. Desde luego, el engripeta se siente mucho peor y a veces hay que pedir una ambulancia.
Es un error creer que el engripeta se inventa su malestar. A un nivel inconsciente, quizás, pueda haber algo que le "haga creer" en un malestar que en verdad "no tiene". Pero esta explicación es bastante espúrea: si me duele la cabeza por una razón "inconsciente", no por eso es mentira que me duele la cabeza.
domingo, 1 de noviembre de 2009
Permicto,a
(Adjetivo. Del latín per = con insistencia y amictum = cubierto, envuelto. Sustantivo: permicia)
Dícese del producto de manufactura que trae una cantidad excesiva de envoltorios.
Muchos de los alimentos que compramos en un supermercado son permictos. Las cajas de té son de cartón, pero vienen cubiertas con una película de polietileno. Adentro, los saquitos están ensobrados, y cada sobre de papel trae otra envoltura de polietileno. La carne viene trozada y envasada en una bandeja de plástico cubierta con papel film. Nosotros la ponemos dentro de una bolsa (para evitar que chorree líquido) y luego, a la salida del supermercado, ponemos ese conjunto de envoltorios dentro de otra bolsa, haciendo una grotesca mamushka de embalajes. Una conocida marca de huevos de chocolate trae una cajita; dentro de la cajita, una delgada lámina metálica cubre al huevo de chocolate. Dentro del chocolate hay un juguete.
Hay comerciantes que fomentan la permicia. Si compramos un regalo, a toda la cadena de envoltorios ellos le agregan su propia bolsa de papel madera con membrete y moño, y luego una bolsa grande de polietileno.
Por lo general, la permicia aumenta cuando el fraccionamiento del producto es cada vez menor. El azúcar por kilo no suele tener permicia; la caja que contiene un kilo de sobrecitos de azúcar sí.
Un bombón de chocolate, envuelto en chocolate y puesto en una cajita de chocolate, ¿es un producto permicto?
Dícese del producto de manufactura que trae una cantidad excesiva de envoltorios.
Muchos de los alimentos que compramos en un supermercado son permictos. Las cajas de té son de cartón, pero vienen cubiertas con una película de polietileno. Adentro, los saquitos están ensobrados, y cada sobre de papel trae otra envoltura de polietileno. La carne viene trozada y envasada en una bandeja de plástico cubierta con papel film. Nosotros la ponemos dentro de una bolsa (para evitar que chorree líquido) y luego, a la salida del supermercado, ponemos ese conjunto de envoltorios dentro de otra bolsa, haciendo una grotesca mamushka de embalajes. Una conocida marca de huevos de chocolate trae una cajita; dentro de la cajita, una delgada lámina metálica cubre al huevo de chocolate. Dentro del chocolate hay un juguete.
Hay comerciantes que fomentan la permicia. Si compramos un regalo, a toda la cadena de envoltorios ellos le agregan su propia bolsa de papel madera con membrete y moño, y luego una bolsa grande de polietileno.
Por lo general, la permicia aumenta cuando el fraccionamiento del producto es cada vez menor. El azúcar por kilo no suele tener permicia; la caja que contiene un kilo de sobrecitos de azúcar sí.
Un bombón de chocolate, envuelto en chocolate y puesto en una cajita de chocolate, ¿es un producto permicto?
Quejacer
(Palabra y definición enviadas por Elizabeth Auster)
(s. m. derivado de queja y de quehacer)
Ocupación, negocio o tarea de realización tan obligatoria e ineludible como molesta y/o pesada, por lo que dicha realización va siempre acompañada por gimoteos, protestas y groserías.
Independientemente de nuestro género, clase u ocupación, todos tenemos algunas obligaciones cotidianas que no nos gustan y difícilmente podamos delegar en alguien más. Debido a estas características, cuando ya no podemos eludirlas, nos avocamos a ellas quejándonos por todo el período que dure nuestra actividad.
Los quejaceres pueden ser esforzados (mover un mueble pesado para limpiar debajo de él), aburridísimos (clasificar y archivar las facturas de servicios), o asquerosos (recolectar y desechar las deposiciones de nuestras mascotas).
Independientemente de nuestro género, clase u ocupación, todos tenemos algunas obligaciones cotidianas que no nos gustan y difícilmente podamos delegar en alguien más. Debido a estas características, cuando ya no podemos eludirlas, nos avocamos a ellas quejándonos por todo el período que dure nuestra actividad.
Los quejaceres pueden ser esforzados (mover un mueble pesado para limpiar debajo de él), aburridísimos (clasificar y archivar las facturas de servicios), o asquerosos (recolectar y desechar las deposiciones de nuestras mascotas).
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