(Adjetivo. Del latín partis = parte y aspecto = mirar, prestar atención)
Quien relata lo que estaba haciendo en el instante en que se enteró de una desgracia ajena.
Cuando ocurre un tsunami en Japón o caen torres en Estados Unidos por atentados terroristas, los partispectantes tienen una enorme necesidad de participar de algún modo en esos eventos. Saben que no estuvieron allí, que no son héroes y que las consecuencias de la desgracia no los pueden afectar. Pero, de todos modos, intentan establecer algún tipo de relación con el suceso, y para ello deben darle relevancia a las casuales y arbitrarias circunstancias en las que se enteraron de la noticia. "Yo esa mañana me había despertado temprano; me bañé, me preparé el desayuno, comí dos tostadas. Cuando estaba por ponerle mermelada a la tercera, y mientras sostenía el cuchillo para introducirlo en el frasco, veo por la televisión que un avión había impactado en una de las torres gemelas". En el relato anterior, los hechos relacionados con la actividad del casual espectador (levantarse temprano, bañarse, comer tostadas) son irrelevantes; no tienen conexión con el acontecimiento que se pretende destacar (el avión impactando sobre una torre) y sólo sirven de excusa para darse un obtuso lugarcito en una historia ajena.
A veces los periodistas, frente a los curiosos que hacen ronda alrededor de un siniestro, dan protagonismo a los partispectantes, preguntándoles por un hecho del cual no fueron testigos directos ni partícipes. Esos partispectantes son, por lo general, vecinos de alguien que sufrió la desgracia. "¿Usted cómo se enteró del incendio en la panadería?", pregunta un notero al espectador de un incendio que salió a curiosear. "Yo me estaba haciendo unos bifecitos de nalga; los estaba poniendo en la plancha, uno al lado del otro, con un poco de sal porque a mí me gustan salados, les agrego manteca para que no se peguen. Después me senté en el sofá a ver Gran Hermano, cuando de pronto empiezo a sentir olor a pan tostado. Entonces me dije: 'Uy, dios, se me están quemando los bifes'. Salí corriendo para la cocina y vi que no era eso, que los bifes todavía estaban medio crudos. Por eso, me fui a la vereda para saber cuál era la causa del olor a pan quemado y vi que la panadería se estaba incendiando. Fui a la cocina, apagué la hornalla de los bifes y me vine para acá" . Un notero se asegura al menos dos o tres minutos de (irrelevante) cobertura de un hecho gracias a los partispectantes.
El término "partispectante" está formado en analogía con "participante". Mientras el participante (del latín "partis, capio"), según su etimología, "toma parte" en un suceso, el partispectante sólo lo observa, pero eso no le impide hablar como si tomara parte.
Definiciones y términos que no figuran en el diccionario ("Exonario" no figura en el diccionario, pero sí figura en Exonario)
jueves, 30 de junio de 2011
miércoles, 29 de junio de 2011
Dapenso
(Adjetivo. Del latín do = dar [en tercera persona del singular del presente indicativo: "dat"], y pensum = tarea)
Técnico o especialista en algún oficio que, en lugar de hacer su trabajo, da indicaciones a su cliente para que lo haga él.
Cuando un gasista llega a casa para arreglar el calefactor (el cual se apaga sin razón aparente), esperamos que él se haga cargo de ejecutar el trabajo. Puede que, al principio, haga algunas comprobaciones y constate el estado del artefacto. Puede que lo limpie, lo sacuda, le cambie la termocupla. Pero si el desperfecto continúa y él no sabe muy bien cómo solucionarlo, es posible que comience a hacernos recomendaciones ligeramente riesgosas, de difícil ejecución y de incierto pronóstico: "Manténgalo sin la tapa", "Desmonte la perilla y desarme el dispositivo chispero", "Rompa la pared, cambie la salida de ventilación, haga un codo a cuarenta y cinco grados, encastre las partes y luego arregle la pared"; "Haga un agujero en el techo para sacar el sombrerito de la chimenea; luego consiga membrana asfáltica y brea; cubra los costados del agujero con brea derretida, consígase un mechero para calentar la brea y reponga el cielo raso roto con una capa de yeso poco diluida". Como podrá apreciarse, el gasista no piensa llevar a cabo estas trabajosas labores -las cuales tampoco garantizan que el calefactor funcione- sino que se limita a sugerirlas para que se haga cargo su cliente. Desde luego, el dapenso sabe que no llevaremos a cabo todas las complicadas acciones que nos sugiere, y con eso tiene su victoria ganada: después de todo, si el calefactor no funciona ya no es culpa de él, sino de nuestra pereza e incapacidad para seguir consejos de gente que sabe.
Técnico o especialista en algún oficio que, en lugar de hacer su trabajo, da indicaciones a su cliente para que lo haga él.
Cuando un gasista llega a casa para arreglar el calefactor (el cual se apaga sin razón aparente), esperamos que él se haga cargo de ejecutar el trabajo. Puede que, al principio, haga algunas comprobaciones y constate el estado del artefacto. Puede que lo limpie, lo sacuda, le cambie la termocupla. Pero si el desperfecto continúa y él no sabe muy bien cómo solucionarlo, es posible que comience a hacernos recomendaciones ligeramente riesgosas, de difícil ejecución y de incierto pronóstico: "Manténgalo sin la tapa", "Desmonte la perilla y desarme el dispositivo chispero", "Rompa la pared, cambie la salida de ventilación, haga un codo a cuarenta y cinco grados, encastre las partes y luego arregle la pared"; "Haga un agujero en el techo para sacar el sombrerito de la chimenea; luego consiga membrana asfáltica y brea; cubra los costados del agujero con brea derretida, consígase un mechero para calentar la brea y reponga el cielo raso roto con una capa de yeso poco diluida". Como podrá apreciarse, el gasista no piensa llevar a cabo estas trabajosas labores -las cuales tampoco garantizan que el calefactor funcione- sino que se limita a sugerirlas para que se haga cargo su cliente. Desde luego, el dapenso sabe que no llevaremos a cabo todas las complicadas acciones que nos sugiere, y con eso tiene su victoria ganada: después de todo, si el calefactor no funciona ya no es culpa de él, sino de nuestra pereza e incapacidad para seguir consejos de gente que sabe.
martes, 28 de junio de 2011
Metastroma
(Del griego metá = más allá y stróma = tapiz. "Estroma" es un término de biología y nombra al entramado celular de un órgano. Sinónimos: endometastroma, kinestroma, endokinestroma)
Traslación de un órgano (o de un grupo de órganos) de una parte del cuerpo hacia otra.
Si existiera una persona cuyas vísceras cambiaran de lugar; si su corazón se mudara de izquierda a derecha, o del pecho hacia el abdomen; si su estómago se moviera hacia el cráneo y el cerebro hacia los intestinos, o incluso si las órbitas de sus ojos, nariz y boca se movieran de sus espacios relativos y aparecieran en otras partes del cuerpo, estaríamos ante casos cabales de metastromas.
Traslación de un órgano (o de un grupo de órganos) de una parte del cuerpo hacia otra.
Si existiera una persona cuyas vísceras cambiaran de lugar; si su corazón se mudara de izquierda a derecha, o del pecho hacia el abdomen; si su estómago se moviera hacia el cráneo y el cerebro hacia los intestinos, o incluso si las órbitas de sus ojos, nariz y boca se movieran de sus espacios relativos y aparecieran en otras partes del cuerpo, estaríamos ante casos cabales de metastromas.
jueves, 23 de junio de 2011
Calisemia
(Sustantivo. Del griego kalós = bello y sema = signo. Adjetivo: calisémico)
Capacidad de utilizar los términos más adecuados posibles.
(Un compendio del diccionario nacional de la lengua española da una definición de este término: "Calisemia: f. Planta papilionácea". Aquí le daremos un significado diferente, atendiendo a la descomposición etimológica arriba consignada. Un reparo más: existe, en lingüística, el término "ortosemia", cuyo significado no he podido encontrar y, sospecho, de acuerdo a sus componentes etimológicos, puede significar aproximadamente lo mismo que "calisemia". Si esto fuera así, la palabra aquí definida quedaría invalidada y en rigor no debería formar parte de Exonario. A su vez, la palabra "Eusemia", la cual, por su etimología, sería semejante a esta, posee una definición diferente según el diccionario médico Medicopedia: Eusemia: Conjunto de signos favorables de una enfermedad)
Existen personas que, aun sin exagerar con la precisión lingüística y la megalosemia, pueden referirse a una situación con los términos adecuados, evitando recurrir a perífrasis grandilocuentes, generalizaciones poco informativas o palabras incorrectas. Si dos personas escuchan un estampido, una de ellas podrá decir: "Hubo un ruido fuerte", y otra "Pude escuchar un sonido estruendoso". La diferencia entre ambos enunciados no es sólo estilística: "Hubo un ruido" tiene un compromiso ontológico mayor que "Pude escuchar un sonido". Además, que el ruido haya sido "fuerte" es mucho más vago (y en rigor incorrecto) que un sonido "estruendoso". "Fuerte" es una cualidad indefinida, pero "Estruendoso" grafica con mayor precisión una propiedad sonora. Diremos que la segunda expresión ("Pude escuchar un sonido estruendoso") es más calisémica que la primera. "Vení a mi lado" es más calisémica que "Vení para acá". "Me duele el amigazo" es mucho menos calisémica que "Tengo un dolor punzante - quemante en el extremo superior del prepucio". "Trasladé el dinero de un banco a otro" suele ser menos calisémica que "Transferí el dinero de un banco a otro". "Pudo haber tenido" es, en algunos contextos, más calisémica que "pudo tener"
Una regla pragmática de la comunicación debiera ser: "sea lo más calisémico posible, pero sin caer en la megalosemia". Esta regla le daría especificidad a un principio pragmático propuesto por el filósofo Grice: la máxima de cantidad, cuyo enunciado es: "Haga que su contribución sea todo lo informativa que el intercambio requiera, y no haga que su contribución sea más informativa de lo que el intercambio requiera"
La definición de esta palabra, ¿es calisémica?
Capacidad de utilizar los términos más adecuados posibles.
(Un compendio del diccionario nacional de la lengua española da una definición de este término: "Calisemia: f. Planta papilionácea". Aquí le daremos un significado diferente, atendiendo a la descomposición etimológica arriba consignada. Un reparo más: existe, en lingüística, el término "ortosemia", cuyo significado no he podido encontrar y, sospecho, de acuerdo a sus componentes etimológicos, puede significar aproximadamente lo mismo que "calisemia". Si esto fuera así, la palabra aquí definida quedaría invalidada y en rigor no debería formar parte de Exonario. A su vez, la palabra "Eusemia", la cual, por su etimología, sería semejante a esta, posee una definición diferente según el diccionario médico Medicopedia: Eusemia: Conjunto de signos favorables de una enfermedad)
Existen personas que, aun sin exagerar con la precisión lingüística y la megalosemia, pueden referirse a una situación con los términos adecuados, evitando recurrir a perífrasis grandilocuentes, generalizaciones poco informativas o palabras incorrectas. Si dos personas escuchan un estampido, una de ellas podrá decir: "Hubo un ruido fuerte", y otra "Pude escuchar un sonido estruendoso". La diferencia entre ambos enunciados no es sólo estilística: "Hubo un ruido" tiene un compromiso ontológico mayor que "Pude escuchar un sonido". Además, que el ruido haya sido "fuerte" es mucho más vago (y en rigor incorrecto) que un sonido "estruendoso". "Fuerte" es una cualidad indefinida, pero "Estruendoso" grafica con mayor precisión una propiedad sonora. Diremos que la segunda expresión ("Pude escuchar un sonido estruendoso") es más calisémica que la primera. "Vení a mi lado" es más calisémica que "Vení para acá". "Me duele el amigazo" es mucho menos calisémica que "Tengo un dolor punzante - quemante en el extremo superior del prepucio". "Trasladé el dinero de un banco a otro" suele ser menos calisémica que "Transferí el dinero de un banco a otro". "Pudo haber tenido" es, en algunos contextos, más calisémica que "pudo tener"
Una regla pragmática de la comunicación debiera ser: "sea lo más calisémico posible, pero sin caer en la megalosemia". Esta regla le daría especificidad a un principio pragmático propuesto por el filósofo Grice: la máxima de cantidad, cuyo enunciado es: "Haga que su contribución sea todo lo informativa que el intercambio requiera, y no haga que su contribución sea más informativa de lo que el intercambio requiera"
La definición de esta palabra, ¿es calisémica?
miércoles, 22 de junio de 2011
Necrolecto
(Sustantivo. Del griego nekrós = cadáver y léxis = lenguaje)
1. Tono monocorde y gutural en el que hablan los muertos.
Existe, en la ficción, una creencia según la cual los zombis hablan con voz grave, sentenciosa y amenazante. Las películas de terror nos han enseñado que el muerto es capaz de articular sus palabras en el mismo idioma que cuando estaba vivo, aunque sus emisiones son más rudas, su lenguaje es escaso y su tono ronco suena entre lúbrico y malintencionado.
2. Lenguaje de los muertos.
¿Por qué creer que un zombi, si hablara, lo haría en un dialecto que corresponde a los vivos? Según esta acepción, los muertos hablan en un idioma propio que resulta incomprensible para quienes estamos vivos. Quizás ese lenguaje no sea sonoro; tal vez el olor nauseabundo de la descomposición sea un medio de comunicarse. Quizás el silencio eterno, la mueca quieta, la rigidez, sean las mejores expresiones lingüísticas de los muertos.
1. Tono monocorde y gutural en el que hablan los muertos.
Existe, en la ficción, una creencia según la cual los zombis hablan con voz grave, sentenciosa y amenazante. Las películas de terror nos han enseñado que el muerto es capaz de articular sus palabras en el mismo idioma que cuando estaba vivo, aunque sus emisiones son más rudas, su lenguaje es escaso y su tono ronco suena entre lúbrico y malintencionado.
2. Lenguaje de los muertos.
¿Por qué creer que un zombi, si hablara, lo haría en un dialecto que corresponde a los vivos? Según esta acepción, los muertos hablan en un idioma propio que resulta incomprensible para quienes estamos vivos. Quizás ese lenguaje no sea sonoro; tal vez el olor nauseabundo de la descomposición sea un medio de comunicarse. Quizás el silencio eterno, la mueca quieta, la rigidez, sean las mejores expresiones lingüísticas de los muertos.
lunes, 20 de junio de 2011
Aguglónimo
(Adjetivo y sustantivo. De a = partícula negativa; Google = motor de búsqueda y del griego ónoma = nombre)
Palabra que no arroja resultados en los motores de búsqueda de internet.
Para que un término sea un aguglónimo es necesario que no sea una secuencia arbitraria de signos, sino una expresión que parezca ser una palabra de cierto idioma. Por ejemplo, si tipiamos "ñsdlkajfñaseoadkñlsj" es casi seguro que no obtendremos resultados: eso no es un aguglónimo; para que lo sea debe tratarse de una secuencia de signos bien formada. Por ejemplo, "ranotalgema" o "craponópilo" bien podrían ser palabras del español, pero no lo son y de hecho no existen en Google, y por lo tanto se las puede denominar aguglónimas.
Es notable, sin embargo, que basta con publicar un aguglónimo en un blog (como este) para que deje de ser aguglónimo. Por caso, los dos ejemplos de más arriba ya dejaron de serlo.
La gran mayoría de las palabras de Exonario eran aguglónimos antes de ser publicadas.
Puede llamarse así, también, a una secuencia de palabras cuya combinación no se encuentra en Google, aun cuando las palabras individualmente sí existan.
Palabra que no arroja resultados en los motores de búsqueda de internet.
Para que un término sea un aguglónimo es necesario que no sea una secuencia arbitraria de signos, sino una expresión que parezca ser una palabra de cierto idioma. Por ejemplo, si tipiamos "ñsdlkajfñaseoadkñlsj" es casi seguro que no obtendremos resultados: eso no es un aguglónimo; para que lo sea debe tratarse de una secuencia de signos bien formada. Por ejemplo, "ranotalgema" o "craponópilo" bien podrían ser palabras del español, pero no lo son y de hecho no existen en Google, y por lo tanto se las puede denominar aguglónimas.
Es notable, sin embargo, que basta con publicar un aguglónimo en un blog (como este) para que deje de ser aguglónimo. Por caso, los dos ejemplos de más arriba ya dejaron de serlo.
La gran mayoría de las palabras de Exonario eran aguglónimos antes de ser publicadas.
Puede llamarse así, también, a una secuencia de palabras cuya combinación no se encuentra en Google, aun cuando las palabras individualmente sí existan.
viernes, 17 de junio de 2011
Fultícodo
(Sustantivo. Del griego phaulós = defectuoso; tyché = suerte, destino y hodos = camino)
Capacidad de obtener un buen resultado después de haber aplicado mal un procedimiento.
Si una persona lava sus fuentes de teflón con abrasivos y viruta de acero, y a pesar de ello la fuente queda impecable y sin rayaduras; si cuando estudia para el examen final se queda dormido al leer la primera página de sus apuntes de clase y, a pesar de ello, aprueba; si lleva una vida pecaminosa sin arrepentimiento ni conciencia, y a pesar de ello su alma se despierta en un inesperado cielo, se dice que ha cometido fultícodos. Cada vez que, por torpeza, necedad, nerviosismo, apuro, negligencia o simple maldad no damos los pasos necesarios pero, a pesar de eso, se logra el resultado deseado, se comete un fultícodo.
A veces, los hechos salen imprevistamente bien a pesar de no haber puesto manos a la obra en su ejecución o, incluso, habiendo atentado contra el resultado. A veces el resultado parece inducido, precisamente, por nuestra acción negativa. Después de dos días feriados, desearíamos no tener que ir a trabajar al tercer día. Entonces decidimos faltar; ya tendremos todo el día para elaborar un pretexto. Cuando llamamos, bien tarde, para excusarnos aduciendo una rara enfermedad, el operador nos alerta: "Pero hoy no había que venir a trabajar... Es la pascua hindú; ¿No sabías que el jefe es hindú?": He ahí un fultícodo.
Capacidad de obtener un buen resultado después de haber aplicado mal un procedimiento.
Si una persona lava sus fuentes de teflón con abrasivos y viruta de acero, y a pesar de ello la fuente queda impecable y sin rayaduras; si cuando estudia para el examen final se queda dormido al leer la primera página de sus apuntes de clase y, a pesar de ello, aprueba; si lleva una vida pecaminosa sin arrepentimiento ni conciencia, y a pesar de ello su alma se despierta en un inesperado cielo, se dice que ha cometido fultícodos. Cada vez que, por torpeza, necedad, nerviosismo, apuro, negligencia o simple maldad no damos los pasos necesarios pero, a pesar de eso, se logra el resultado deseado, se comete un fultícodo.
A veces, los hechos salen imprevistamente bien a pesar de no haber puesto manos a la obra en su ejecución o, incluso, habiendo atentado contra el resultado. A veces el resultado parece inducido, precisamente, por nuestra acción negativa. Después de dos días feriados, desearíamos no tener que ir a trabajar al tercer día. Entonces decidimos faltar; ya tendremos todo el día para elaborar un pretexto. Cuando llamamos, bien tarde, para excusarnos aduciendo una rara enfermedad, el operador nos alerta: "Pero hoy no había que venir a trabajar... Es la pascua hindú; ¿No sabías que el jefe es hindú?": He ahí un fultícodo.
miércoles, 15 de junio de 2011
Ambiquestia
(Sustantivo. Del latín ambi = en dos sentidos y conquestio = reproche. Adjetivo: ambiquesto)
Capacidad de quejarse por una cosa y por la cosa contraria.
Algunas acciones humanas tienen como consecuencia la ambiquestia: no importa con cuánta buena voluntad se hagan, ni en qué sentido, ni con qué alcance: siempre serán motivo de quejas furibundas e infundamentadas. Si un presidente celebra la construcción de ochocientas mil viviendas en su gestión, los ambiquestos le reprocharán que podría haber construido más, que son demasiadas, que están mal distribuidas, que están demasiado distribuidas, que están distribuidas a propósito, en lugares donde hay intendentes del mismo partido político, que están en sobreprecio, que están por debajo del precio, que tienen demasiadas comodidades para un barrio que no tiene luz ni asfalto; que carecen de comodidades pues el barrio no tiene luz ni asfalto, que vienen pidiendo que se construya hace veinte años, que este proyecto es nuevo y salió de la galera cuando nadie lo había pedido, que quedan lejos, que quedan demasiado cerca de los barrios de gente adinerada, que los futuros habitantes son indigentes cuya primera medida será levantar el parquet para hacer asado, que los futuros habitantes serán parientes de los funcionarios, que ese proyecto ya lo había presentado otro partido, que ese proyecto lo llevó adelante el partido del presidente sin el consentimiento de la oposición, que el proyecto es propio de una política de derecha, que es demasiado de izquierda. Por eso, muchas personas (y, en particular, políticos) prefieren hacer aquello que redundará en la menor cantidad de quejosos, descontentos y ambiquestos: nada.
Capacidad de quejarse por una cosa y por la cosa contraria.
Algunas acciones humanas tienen como consecuencia la ambiquestia: no importa con cuánta buena voluntad se hagan, ni en qué sentido, ni con qué alcance: siempre serán motivo de quejas furibundas e infundamentadas. Si un presidente celebra la construcción de ochocientas mil viviendas en su gestión, los ambiquestos le reprocharán que podría haber construido más, que son demasiadas, que están mal distribuidas, que están demasiado distribuidas, que están distribuidas a propósito, en lugares donde hay intendentes del mismo partido político, que están en sobreprecio, que están por debajo del precio, que tienen demasiadas comodidades para un barrio que no tiene luz ni asfalto; que carecen de comodidades pues el barrio no tiene luz ni asfalto, que vienen pidiendo que se construya hace veinte años, que este proyecto es nuevo y salió de la galera cuando nadie lo había pedido, que quedan lejos, que quedan demasiado cerca de los barrios de gente adinerada, que los futuros habitantes son indigentes cuya primera medida será levantar el parquet para hacer asado, que los futuros habitantes serán parientes de los funcionarios, que ese proyecto ya lo había presentado otro partido, que ese proyecto lo llevó adelante el partido del presidente sin el consentimiento de la oposición, que el proyecto es propio de una política de derecha, que es demasiado de izquierda. Por eso, muchas personas (y, en particular, políticos) prefieren hacer aquello que redundará en la menor cantidad de quejosos, descontentos y ambiquestos: nada.
lunes, 13 de junio de 2011
Comilinguo
(Adjetivo. Del latín comma = cabello y lingua = lengua)
Quien no se atreve a decir lo que piensa, especialmente cuando sería conveniente que lo hiciera.
La expresión "comilinguo" resume el dicho "tener pelos en la lengua". A su vez, no es casual la semejanza fonética con "comerse la lengua": el comilinguo se traga metafóricamente su propia lengua en el preciso instante en que debiera darle rienda suelta.
Quien no se atreve a decir lo que piensa, especialmente cuando sería conveniente que lo hiciera.
La expresión "comilinguo" resume el dicho "tener pelos en la lengua". A su vez, no es casual la semejanza fonética con "comerse la lengua": el comilinguo se traga metafóricamente su propia lengua en el preciso instante en que debiera darle rienda suelta.
sábado, 11 de junio de 2011
Pámparo / Pamparocho
(Adjetivo. Del refrán "pan para hoy, hambre para mañana")
1. Dícese de quien gasta en un día el dinero que debe durarle todo el mes.
2. Dícese de quien toma decisiones que lo satisfacen de modo inmediato, pero que a mediano o largo plazo le acarrearán problemas relacionados con la escasez de cierto objeto que no debió consumir de manera apresurada.
3. Dícese de la persona poco confiable en la distribución de las raciones de algo o del tiempo para realizar alguna actividad.
Uso: "No le vas a pedir que te administre el dinero a este pámparo; seguro que se lo gasta todo en una noche de vino caro, empanadas y putas"
1. Dícese de quien gasta en un día el dinero que debe durarle todo el mes.
2. Dícese de quien toma decisiones que lo satisfacen de modo inmediato, pero que a mediano o largo plazo le acarrearán problemas relacionados con la escasez de cierto objeto que no debió consumir de manera apresurada.
3. Dícese de la persona poco confiable en la distribución de las raciones de algo o del tiempo para realizar alguna actividad.
Uso: "No le vas a pedir que te administre el dinero a este pámparo; seguro que se lo gasta todo en una noche de vino caro, empanadas y putas"
miércoles, 8 de junio de 2011
Desestar
(Verbo)
1. (De des- y estar)
No estar en el lugar en que se está.
Esta amplia definición puede acotarse a casos concretos. Cuando una persona no puede concentrarse en su trabajo porque recuerda las excelentes vacaciones que se terminaron, se dice que desestá en su actividad laboral. Físicamente está allí, pero su voluntad se ha ido. En este ejemplo cotidiano, desestar es sinónimo de desconcentrarse y evadirse mentalmente.
Existen ejemplos más complejos, en los cuales una persona tiene la sensación de que no está. Ella misma, aunque puede darse cuenta de que está físicamente aquí, siente que no está. Todo lo que la rodea le parece familiar, incluso la ropa que lleva puesta, sus manos y su propio rostro. Pero siente que no es él el que mira esa escena: él está muy lejos -no sabe dónde- y el cuerpo que está en este lugar le parece una especie de desconcertante impostura.
Se desestá, también, cuando se convierte al presente en una mera sala de espera del porvenir. De ese modo, nunca se está viviendo en el momento actual sino en un indeterminado futuro, en el que -se espera- muchas cosas se resolverán o serán más disfrutables. Una canción del grupo La Portuaria propone corregir esta actitud: "Nada es mejor / nada es igual / el tiempo es amigo / si estás donde estás"
2. (De des- y siesta. Participio: desestado)
Quitar a alguien la posibilidad de dormir la siesta.
Cuando una persona decide acostarse a dormitar, es posible que justo lo llamen por teléfono, le toquen el timbre o recuerde que debe hacer algo. Entonces se levanta de la cama y atiende sus ocupaciones urgentes. Esta persona es una desestada: ya no podrá volver a acostarse o, si lo hace, no podrá dormirse y arrastrará bostezos, cansancio y malhumor durante el resto del día. Quienes se topen con ella, le reprocharán su humor, las ojeras y la tendencia a que sus párpados se cierren. Esos preciosos minutos de descanso que le han quitado convertirán al desestado en una persona amargada e inútil.
También puede llamarse desestada a una persona que siempre tiene ojeras, malhumor y cabello despeinado, aun cuando duerma a la perfección tanto a la noche como durante la siesta.
1. (De des- y estar)
No estar en el lugar en que se está.
Esta amplia definición puede acotarse a casos concretos. Cuando una persona no puede concentrarse en su trabajo porque recuerda las excelentes vacaciones que se terminaron, se dice que desestá en su actividad laboral. Físicamente está allí, pero su voluntad se ha ido. En este ejemplo cotidiano, desestar es sinónimo de desconcentrarse y evadirse mentalmente.
Existen ejemplos más complejos, en los cuales una persona tiene la sensación de que no está. Ella misma, aunque puede darse cuenta de que está físicamente aquí, siente que no está. Todo lo que la rodea le parece familiar, incluso la ropa que lleva puesta, sus manos y su propio rostro. Pero siente que no es él el que mira esa escena: él está muy lejos -no sabe dónde- y el cuerpo que está en este lugar le parece una especie de desconcertante impostura.
Se desestá, también, cuando se convierte al presente en una mera sala de espera del porvenir. De ese modo, nunca se está viviendo en el momento actual sino en un indeterminado futuro, en el que -se espera- muchas cosas se resolverán o serán más disfrutables. Una canción del grupo La Portuaria propone corregir esta actitud: "Nada es mejor / nada es igual / el tiempo es amigo / si estás donde estás"
2. (De des- y siesta. Participio: desestado)
Quitar a alguien la posibilidad de dormir la siesta.
Cuando una persona decide acostarse a dormitar, es posible que justo lo llamen por teléfono, le toquen el timbre o recuerde que debe hacer algo. Entonces se levanta de la cama y atiende sus ocupaciones urgentes. Esta persona es una desestada: ya no podrá volver a acostarse o, si lo hace, no podrá dormirse y arrastrará bostezos, cansancio y malhumor durante el resto del día. Quienes se topen con ella, le reprocharán su humor, las ojeras y la tendencia a que sus párpados se cierren. Esos preciosos minutos de descanso que le han quitado convertirán al desestado en una persona amargada e inútil.
También puede llamarse desestada a una persona que siempre tiene ojeras, malhumor y cabello despeinado, aun cuando duerma a la perfección tanto a la noche como durante la siesta.
martes, 7 de junio de 2011
Mimoteo
(Adjetivo y sustantivo. Del griego mímesis = imitación, copia y theós = dios)
1. Ser que copia los atributos de su creador para hacerse pasar por él.
2. Persona que imita en tono paródico las costumbres de los dioses.
En cualquiera de las dos acepciones anteriores, el mimoteo es blasfemo. Sin embargo, hay una tercera acepción en la que, si bien la acción del mimoteo no repugna a los dioses, sí repugna a los hombres:
3. Persona que se autoatribuye el conocimiento de la psicología divina.
Según esta acepción, el mimoteo se encarga de hacer recomendaciones a sus congéneres, advirtiéndoles acerca de qué cosas le gustan o le disgustan al dios, como si a él se le revelara la voluntad divina aun ante los hechos más banales: "A Dios no le gusta que te pongas el pantalón fucsia"; "Si la estatua de la virgen está junto a la puerta del congreso, es porque la misma virgen quiso estar ahí para señalarnos que ella es nuestra guía espiritual"; "Dios quiso que este pueblo fuese católico apostólico romano, y no podemos ir contra sus designios"; "No soy yo quien te pide que seas heterosexual, te lo pide Dios. Porque si sos gay Dios se pone triste y seguro que nos manda una plaga" "No maldigas, es el amor infinito de Dios el que te hizo crecer ese incurable tumor maligno en el estómago"
(Nota: esta palabra la inventó Isabella, mi hija de dos años y medio. La palabra original era "memotest", pero como a ella no le salía, decía "mimoteo")
1. Ser que copia los atributos de su creador para hacerse pasar por él.
2. Persona que imita en tono paródico las costumbres de los dioses.
En cualquiera de las dos acepciones anteriores, el mimoteo es blasfemo. Sin embargo, hay una tercera acepción en la que, si bien la acción del mimoteo no repugna a los dioses, sí repugna a los hombres:
3. Persona que se autoatribuye el conocimiento de la psicología divina.
Según esta acepción, el mimoteo se encarga de hacer recomendaciones a sus congéneres, advirtiéndoles acerca de qué cosas le gustan o le disgustan al dios, como si a él se le revelara la voluntad divina aun ante los hechos más banales: "A Dios no le gusta que te pongas el pantalón fucsia"; "Si la estatua de la virgen está junto a la puerta del congreso, es porque la misma virgen quiso estar ahí para señalarnos que ella es nuestra guía espiritual"; "Dios quiso que este pueblo fuese católico apostólico romano, y no podemos ir contra sus designios"; "No soy yo quien te pide que seas heterosexual, te lo pide Dios. Porque si sos gay Dios se pone triste y seguro que nos manda una plaga" "No maldigas, es el amor infinito de Dios el que te hizo crecer ese incurable tumor maligno en el estómago"
(Nota: esta palabra la inventó Isabella, mi hija de dos años y medio. La palabra original era "memotest", pero como a ella no le salía, decía "mimoteo")
lunes, 6 de junio de 2011
Vermigrama
(Sustantivo. Del latín vermis = gusano y del griego gramma = letra. En inglés: "wormword")
Texto escrito con gusanos.
El vermigrama es un medio de comunicación posible cuando no se tiene a mano lápiz, papel ni impresora, pero sí se dispone de centenares de gusanos o lombrices. En estos casos, sólo se deben disponer los gusanos sobre una superficie plana y formar con ellos las letras de las palabras, hasta escribir un mensaje completo. Se requieren hasta tres o cuatro lombrices para hacer ciertas letras: la A mayúscula imprenta, por ejemplo, puede formarse con tres gusanos (dos formando las astas de la letra, y uno para hacer la barra central); la O en cambio puede hacerse con un único gusano mordiéndose la cola. Espontáneamente los gusanos tienden a formar distintas variedades de la letra S.
Es conveniente que los gusanos estén paralizados, adormecidos o muertos, porque si se mueven el vermigrama se desarmará o dejará un mensaje diferente.
Texto escrito con gusanos.
El vermigrama es un medio de comunicación posible cuando no se tiene a mano lápiz, papel ni impresora, pero sí se dispone de centenares de gusanos o lombrices. En estos casos, sólo se deben disponer los gusanos sobre una superficie plana y formar con ellos las letras de las palabras, hasta escribir un mensaje completo. Se requieren hasta tres o cuatro lombrices para hacer ciertas letras: la A mayúscula imprenta, por ejemplo, puede formarse con tres gusanos (dos formando las astas de la letra, y uno para hacer la barra central); la O en cambio puede hacerse con un único gusano mordiéndose la cola. Espontáneamente los gusanos tienden a formar distintas variedades de la letra S.
Es conveniente que los gusanos estén paralizados, adormecidos o muertos, porque si se mueven el vermigrama se desarmará o dejará un mensaje diferente.
viernes, 3 de junio de 2011
Aspectijoco
(Sustantivo. Del a = negación; spectare = ver y iocus = broma)
Broma cuyo desenlace cómico no se puede presenciar.
El objetivo crucial de muchos tipos de bromas es realizar un seguimiento del embromado hasta que todo el potencial de la broma se despliega. Si cambiamos el discurso de asunción del nuevo gerente de la empresa por otro escrito con frases chuscas y referencias graciosas, querremos estar presentes para conocer cuál fue la reacción de la víctima y de sus oyentes: no estar presente ante tal evento es como ver una película policial y marcharse del cine antes de descubrir al asesino.
Sin embargo, existen bromas en las que resulta imposible saber quién es la víctima ni cuál es el resultado. En parte, por la propia naturaleza de la broma y en parte, también, porque en la mayoría de los casos la broma no es graciosa para la víctima y conviene que el bromista no se encuentre cerca de la escena.
Dejar una empanada de algodón entre muchas otras empanadas de jamón y queso, en una fiesta de doscientas personas, es un aspectijoco. En principio, resultará imposible saber a quién le tocó la empanada de algodón ni cómo reaccionará. Lo mismo ocurre con bromas crueles y denigrantes, como el barril con alquitrán y plumas que cae sobre un desprevenido cuando abre una puerta, o el vaso con cianuro mezclado entre otros vasos con gaseosa.
Broma cuyo desenlace cómico no se puede presenciar.
El objetivo crucial de muchos tipos de bromas es realizar un seguimiento del embromado hasta que todo el potencial de la broma se despliega. Si cambiamos el discurso de asunción del nuevo gerente de la empresa por otro escrito con frases chuscas y referencias graciosas, querremos estar presentes para conocer cuál fue la reacción de la víctima y de sus oyentes: no estar presente ante tal evento es como ver una película policial y marcharse del cine antes de descubrir al asesino.
Sin embargo, existen bromas en las que resulta imposible saber quién es la víctima ni cuál es el resultado. En parte, por la propia naturaleza de la broma y en parte, también, porque en la mayoría de los casos la broma no es graciosa para la víctima y conviene que el bromista no se encuentre cerca de la escena.
Dejar una empanada de algodón entre muchas otras empanadas de jamón y queso, en una fiesta de doscientas personas, es un aspectijoco. En principio, resultará imposible saber a quién le tocó la empanada de algodón ni cómo reaccionará. Lo mismo ocurre con bromas crueles y denigrantes, como el barril con alquitrán y plumas que cae sobre un desprevenido cuando abre una puerta, o el vaso con cianuro mezclado entre otros vasos con gaseosa.
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