viernes, 24 de mayo de 2013

Canatorio

(Sustantivo. Del griego xanó = perder y terminación -orio = lugar)

1. Lugar de la casa o de un recinto creado especialmente para perder cosas.

2. Lugar de una casa o de un recinto donde frecuentemente suelen aparecer las cosas perdidas.



Muchas veces se pierden simultáneamente las llaves, la billetera, una camisa, el cepillo de dientes y los anticonceptivos. Pero es poco probable que se extravíen todos estos objetos en un mismo lugar. En cambio, si se desarrolla un canatorio doméstico, es posible que todo lo perdido haya ido a parar allí. ¿Cómo es posible esto? Los canatorios pueden ser enormes agujeros en los sillones: cualquiera que se haya sentado en el sillón y pierda algo, casi seguro lo encontrará en el agujero. O pueden consistir en una inclinación del piso que confluya en un único lugar: todo lo que se caerá al piso, necesariamente se encontrará en esa confluencia. Los canatorios aumentan la probabilidad de que un objeto perdido se encuentre allí y no en otro lugar, aunque, por supuesto, no tienen una utilidad absoluta.

A veces hay "canatorios naturales". En los nidos de urracas se pueden encontrar objetos brillantes perdidos (las urracas macho los llevan como presentes para la hembra). En algunos lugares, por una misteriosa razón, todo lo perdido aparece tarde o temprano dentro de un cajón, bajo una cama o en el bolsillo de un pantalón: en la práctica, estos tres sitios funcionan como canatorios.

viernes, 17 de mayo de 2013

Parapeña

(Sustantivo. Del griego para = junto a, y paixnídi = juego. Adjetivo: parapéñico o parapénico [También puede formarse la palabra "paraludia", -del griego para y del latín ludus-; sin embargo preferimos evitar la hibridación latín-griego, aunque "paraludia" suena probablemente mejor que "parapeña"])

Estudio del conjunto de gestos, actitudes y palabras que ejecutan los jugadores en el desarrollo de un juego. 

Así com la paralingüística estudia los elementos concomitantes al acto de habla y no el acto de habla en sí mismo, la parapeña se enfoca en las conductas periféricas de los jugadores y no en el juego en sí mismo. La caballerosidad entre jugadores es un fenómeno paralpéñico. El hecho de que algunos se mantengan serenos, otros desafíen a sus rivales y otros maldigan a su suerte es parte de la parapeña. Que algunos suden, tengan tics, rían nerviosamente, se pongan anteojos negros, vayan muy seguido al baño o hablen sobre temas triviales también son fenómenos parapéñicos.
Existe una parapeña amateur que consiste en la creencia de que el juego puede mostrar la personalidad de un individuo. En realidad, este tipo de parapeña es una rama de la psicología popular. Según el punto de vista de esta psicología, si usted desea saber cómo es una persona prepárele un escenario de juego. Invítelo a una partida de póker y en el comportamiento que esgrima durante ese juego podrá visualizar su espíritu como si fuera transparente.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Monóquira

(Sustantivo y adjetivo. Del griego mónos = uno y xeirós = mano)

Dícese de la actividad que puede realizarse con una sola mano. 

Si usted debe encender el horno, ponerse un pulóver, pelar una manzana, conducir un automóvil o escribir en el teclado, debe tener las dos manos libres para utilizarlas en esa actividad. En cambio, para lavarse los dientes, rascarse la cabeza, escribir a mano, comer aceitunas o cerrar una puerta sólo se requiere de una mano. Lo interesante de las actividades monóquiras es que se pueden realizar dos de ellas de manera simultánea.
Existen actividades que podrían clasificarse como monóquiras, pero que en algunos casos resulta difícil ejecutarlas con una sola mano. A veces, abrir una puerta con llave puede demandar un par de maniobras con ambas manos (empujar, tironear). Escribir a mano también: muchas veces la otra mano debe sostener el papel. Por supuesto, tabién están los que fanfarronean de poder realizar con una sola mano (o con ninguna) aquello que debe hacerse con ambas, como andar en bicicleta o tocar el piano. 

martes, 7 de mayo de 2013

Teoastenia

(Sustantivo. Del griego theós = divino; a = negación y stenós = fuerza. Adjetivo: teoasténico)

Débil, ambigua y vacilante creencia en un dios.

El teoasténico no se declara ateo: mas bien insiste en que mantiene una fe religiosa, aunque no se siente a gusto con ella. No quiere que lo llamen ateo o agnóstico, pero tampoco acepta abiertamente el dogma religioso. Si en algún momento tuvo una creencia firme y plena, con el correr de los años ha ido dejando en suspenso cada una de las proposiciones en las que creía. Ya no cree abiertamente en la bondad divina, en la omnisciencia, en la justicia y en los milagros. Sin embargo, se resiste a despegarse de esas creencias como si todavía les tuviese cierto cariño, aunque ya no forman parte de su caudal de opiniones declaradas.
El teoasténico es un creyente cuya fe ha sido herida por la duda y el razonamiento, pero todavía tiene la esperanza de que esa herida pueda sanar. Solo es cuestión de tiempo para que esa esperanza se transforme en una nueva herida. En ese caso pueden ocurrir dos cosas: o bien el teoasténico abandona para siempre sus dogmas, con ruido, enojo y militancia antirreligiosa; o bien se convierte de lleno a alguna fe, se encierra en un credo hermético e intransigente, y se vuelve impermeable a todo tipo de dudas.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Esconognosia

(Sustantivo. Del griego skoné = polvo y gnósis = conocimiento)

Conocimiento detallado y profundo de algo que ha quedado obsoleto o anacrónico.

Un profesor de estenografía puede recordar con precisión los estenogramas, sus combinaciones y sus significados, aunque ya jamás vuelva a tener sentido aplicarlos, enseñarlos o tan siquiera pensar en ellos. El disc jockey tal vez conozca de memoria en qué disco de vinilo esté cada canción, aunque ahora puede encontrar las canciones mediante una búsqueda en su computadora. El reciente viudo recordará durante mucho tiempo las dosis, las marcas y los componentes genéricos de los medicamentos que tomaba su ahora difunda esposa. Nuestra vida es una ingente colección de pormenores que en algún momento se volverán inútiles para siempre, y a medida que envejecemos casi todo lo que pasa por nuestra cabeza es esconognosia.