
Ejemplos: trabajar de más para un jefe que no nos lleva el apunte; cocinar y limpiar la casa para un marido al que sólo le interesa el fútbol y el sexo; estudiar muchísimo para rendir ante un profesor arbitrario; llevar una vida de ascetismo para alabar a un Dios que no nos escucha o que incluso no existe.
A veces, al meritismo se lo suele calificar de "estéril". Sin embargo, este calificativo es redundante, pues la misma palabra "meritismo" implica la esterilidad de la acción.
Dolina ejemplificaba sobre un tipo que se sacrificaba en vano y concluía que el sujeto no iba a tener premio alguno en este mundo, y en el otro, tampoco.
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